Un número de factores influyeron en la Europa del renacimiento para el avance de la astronomía clásica, especialmente en sus aspectos más científicos y matemáticos. En primer lugar, las traducciones precisas de los textos en griego clásico estuvieron ampliamente disponibles en latín; en muchos casos fueron traducidas literalmente por nativos griegos de Constantinopla que hablaban la lengua. En segundo lugar, estas traducciones incluirán valiosos comentarios y añadidos realizados por eruditos islámicos y bizantinos. En tercer lugar, el espíritu del renacimiento alentó el avance del conocimiento obtenido por medios propios, en detrimento del destinado únicamente a necesidades religiosas. En cuarto lugar las universidades seculares estaban ya bien establecidas, y cada vez estaban más inclinadas en trasmitir los nuevos conocimientos científicos a sus estudiantes.
Planisferio incluido en la Cosmographia de Pedro Apiano (1492-1552) publicada en 1574
Pero, ¿Cómo estas ideas astronómicas perdidas alcanzaron a otros estamentos no relacionados con las universidades? La clave de esto fue el revolucionario o quinto factor del renacimiento en el aprendizaje de la astronomía clásica. A partir de mediados del siglo XV el desarrollo de la imprenta de tipos móviles, hizo posible una difusión mucho más eficaz. Hacia 1480 Erhard Ratdolt publicará libros científicos en Venecia. Entre 1495 y 1498, el impresor veneciano Aldo Manucci publicó las obras completas de Aristóteles, y su Imprenta Aldine continuó publicando libros de grandes autores clásicos. Otro centro de impresión fue la ciudad de Nuremberg, donde en 1493 Hartmann Schledel la Crónica de Nuremberg un texto geográfico y de historia del mundo influyente, con ilustraciones de personajes importantes, lugares, y sucesos.
Aunque los primeros libros impresos fueron relativamente claros, encontraron lectores entre gente con intereses comerciales como la construcción de barcos y la navegación, al igual que en familias aristocráticas. De hecho, afirma Jardine tener una gran biblioteca se convirtió en un importante símbolo de estatus social entre los poderosos hombres del renacimiento. Estos nuevos coleccionistas competían en la búsqueda de libros raros, estimulando el comercio de libros y la realización de nuevas traducciones e impresiones de antiguas obras maestras. Gradualmente, se abrieron nuevos mercados con libros más asequibles para escuelas y universidades, donde los menos privilegiados tenían contacto con estas obras. Algunos de estos libros incluían planisferios, que eran unos añadidos móviles a las páginas del libro y que podían utilizarse para realizar cálculos astronómicos. Algunos planisferios resultaron ser más sencillos y asequibles que los astrolabios metálicos.
En el tiempo del renacimiento, la astronomía griega clásica había retornado a Europa occidental a través de fuentes musulmanas y bizantinas, y a veces sustancialmente mejorada. Las universidades seculares, la disponibilidad de libros impresos, y el humanismo de los tiempos resultaron un caldo de cultivo adecuado para los avances en matemáticas y en la observación astronómica, comenzando por Nicolás Copérnico, pasando por Tycho Brahe hasta llegar a Johannes Kepler y Galileo Galilei.
De una forma paralela, las descripciones griegas clásicas de las constelaciones se ilustraron en papel en las primeras obras celestes realizadas por Albrech Dürer, Alessandro Piccolomini y Giovanni Galucci, tipos que yo mente por los grandes atlas de Johan Bayer, Johannes Hevelius, John Flamsteed y Johann Bode.
El época oscura de la edad media, los eruditos bizantinos y musulmanes hicieron un gran trabajo construyendo un puente que conectaba la astronomía matemática de Ptolomeo con los pensadores renacentistas, hasta llegar al flujo dinámico de conocimiento que continúa hasta nuestros días.
Traducido y adaptado de un artículo original de Nick Kanas.
Publicado en Odisea cósmica
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