El universo es mucho más transparente a altas energías de lo que pensábamos. Este descubrimiento —basado en la inesperada observación de brillantes objetos que deberían estar muy lejos para verse tan claramente— puede poner en cuestión nuestra comprensión de cómo nacen y evolucionan las galaxias
La mayor parte de la luz viaja por el cosmos sin obstáculos. Pero los fotones con energías muy altas, de más de 100 gigaelectronvolts, pueden chocar con la luz infrarroja intergaláctica. Cuanto más tiempo tienen que viajar estos fotones, mayor es la probabilidad de colisión y menores son las posibilidades de llegar a la Tierra. Como resultado de esto, se supone que los blazares lejanos —las galaxias con agujeros negros glotones en su centro cuyas llamaradas apuntan directamente hacia la Tierra— deben ser mucho más tenues en energías más elevadas que los que no están tan lejos.
Basándose en estimaciones de la cantidad de luz infrarroja que impregna el universo, se esperaba que los blazares de más de mil millones de años sean casi invisibles para los telescopios que observan los rayos gamma de alta energía, dijo el astrofísico Simon Swordy de la Universidad de Chicago.
Pero en el 2006, el telescopio HESS en Namibia informó sobre el descubrimiento de dos blazares inesperadamente brillantes que tienen más de 2.000 millones de años. Es más, la luz brillante de un blazar llamado 3C279, vista una noche en 2007 por el telescopio MAGIC en La Palma, Islas Canarias de España, superó unos 5.000 millones de años de viaje. “Podemos ver bastante más de lo que pensábamos que podríamos”, dice Swordy.
El misterio creció el mes pasado, cuando el telescopio VERITAS en el sur de Arizona, continuando las observaciones realizadas por el telescopio orbital Fermi de la NASA, informó del descubrimiento de otro blazar se ve inusualmente brillante en los rayos gamma de muy alta energía. La nueva fuente, denominada 1ES 0502+675, está a 4.000 millones de años. Si bien no es tan distante como el descubierto por MAGIC, podría proporcionar información más útil, ya que es brillante, se encuentra a una distancia bien establecida y se ha observado de manera constante por más de un mes.
Este fondo de luz infrarroja es la luz remanente de los procesos de formación de estrellas que se producen temprano en la vida de las galaxias. Podemos estimar el fondo contando las galaxias en el espacio profundo, pero ahora los astrofísicos están comenzando a cuestionar estas estimaciones. “La cantidad de energía infrarroja es correcta, en eralidad, en el mínimo que cabe esperar según lo que sabemos sobre la formación estelar y evolución”, dice René Ong de la Universidad de California, Los Ángeles, y portavoz de VERITAS. “Se está convirtiendo en un problema”.
Esta fuente podría producir datos mejores y más fiables sobre las limitaciones del fondo extragaláctica que cualquier otra fuente que hayamos tenido antes”, dice Ong.
Fuente: New Scientist.
Vía Axxón
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