Desde que la Unión Astronómica Internacional (IAU) cambió las definiciones para planeta, asteroides, y planetas enanos, la suerte de muchos grandes objetos cósmicos del sistema solar ha permanecido en la incertidumbre. Por ejemplo el asteroide 2 Pallas, es de hecho un protoplaneta, un cuerpo del sistema solar que bajo condiciones apropiadas poco después de la formación del Sol, acreta suficiente masa como para convertirse en planeta.
Concepción artística de un impacto en Pallas. Esta pintura se creó usando modelos tridimensionales de Schmidt y otros. Crédito: B. E. Schmidt and S. C. Radcliffe
Los científicos informan que este cuerpo celeste, con un diámetro de unos 265 km, es uno de los astros más grandes del cinturón principal de asteroides, que se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter. "Cuando pensamos en un asteroide pensamos en un pequeño agregado de desechos, y Pallas no es esto. Estos objetos son transiciones entre planetas y asteroides. Son prácticamente mini-planetas", afirma Britney Schmidt de la Universidad de California en Los Angeles. Schmidt es también la líder del estudio, que detalla las propiedades de los cuerpos similares a 2 Pallas.
Si hubiera nacido en algún otro lugar del sistema solar, creen los expertos, algunos de los cuerpos del cinturón de asteroides podrían haber crecido hasta el tamaño de pequeños planetas. Ejemplos de estos cuerpos son Pallas, Ceres y Vesta. Los dos últimos han sido clasificados como planeta enano y asteroide respectivamente. "Puesto que están en el sistema solar, en una región dónde la gravedad es tal que estos asteroides no podrían captar más materia para convertirse en planetas mayores", explica Schmidt. "son en realidad los ladrillos de los que están construidos los planetas mayores. Nos permiten tener una imagen de cómo sucedió el proceso de formación planetaria en los primeras etapas de formación del sistema solar."
Las investigaciones recientes de Pallas han revelado también que ha mantenido su dureza y formación inicial desde su nacimiento, hace miles de millones de años. Los astrofísicos conjeturan que si el asteroide hubiera podido crecer un poco más, habría desarrollado una atracción gravitatoria más intensa, y su tamaño se hubiera incrementado proporcionalmente. Además, podría haber sucedido que el agua líquida existiese un día en su superficie, dicen los expertos, aunque es necesario realizar más estudios para confirmar esto.
Vía Odisea Cósmica
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