Cada vez que se encuentra un exoplaneta, los astrónomos inmediatamente se abocan a verificar si se encuentra en la “zona habitable” de su estrella, dado el gran interés público que despierta este tema. La versión actual de esta definición sólo toma en cuenta los efectos de la radiación de las estrellas que hospedan a los planetas extrasolares. Hasta ahora, para la habitabilidad bastaba que el exoplaneta fuera rocoso y la radiación suficiente como para que pudiera existir agua en estado líquido.
Pero, resulta que para estrellas pequeñas y enanas, los cálculos arrojan que los planetas habitables debieran estar a distancias bastante reducidas, algo así como un quinto de la distancia que hay entre el Sol y la Tierra. El problema de esto es que si bien la radiación a esas distancias es suficiente como para mantener agua líquida, la fuerza gravitatoria de la estrella podría jugar en contra de la habitabilidad.
Esto fue confirmado fehacientemente por un nuevo estudio, que indica que las fuerzas de marea gravitacional —producidas por las respectivas estrellas hospedantes— no pueden ser despreciadas en esos casos de cercanía. Esto es debido a que la dinámica de las placas tectónicas de aquellos exoplanetas hipotéticos sería tan activa bajo esas condiciones de gravedad que se provocaría un vulcanismo, severo que borraría la vida. En efecto, la geología confirma que la fuerza de gravedad a la que están sometidos los planetas rocosos es un factor determinante para su comportamiento tectónico.
Es de amplio conocimiento que la Tierra posee volcanes y movimiento de placas tectónicas, pero esta actividad es suficientemente baja como para que la vida alcance a desarrollarse de manera sustentable y prospere. En exoplanetas que orbitaran en “zonas habitables” muy cerca de enanas rojas o estrellas muy pequeñas, esta sustentabilidad no sería posible. Cualquier indicio del comienzo de vida sería borrado bajo esas candentes condiciones volcánicas.
Sin embargo, la dinámica tectónica es necesaria, en su justa medida, debido a que libera grandes cantidades de carbono gaseoso, que ayuda a generar efectos invernadero que estabilizan los climas y confinan energía suficiente en las superficies de los exoplanetas, algo que incide positivamente en sus condiciones de habitabilidad.
Rory Barnes, de la University of Washington y líder de la investigación, indica que el impacto de su estudio será la drástica reducción del número de planetas extrasolares “habitables” encontrados hasta ahora.
En efecto, una consecuencia inmediata de esta interesante indagación de Barnes es que el famoso exoplaneta Gliese 581d, que fue descubierto en el año 2007 y declarado como “habitable”, en realidad no lo sería, debido a que se encuentra muy alejado de su estrella Gliese 581 como para tener dinámica tectónica. Si bien hay posibilidades de que contenga agua líquida, no tendría una atmósfera que le permita hospedar vida.
Fuente: Red Astro. Aportado por Eduardo J. Carletti
Vía Axxón
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