El transbordador espacial Discovery partió el 24 de abril de 1990 hacia el espacio llevando a bordo un objeto revolucionario: el Telescopio Espacial Hubble. A la fecha era el telescopio óptico más grande y más sensible lanzado al espacio y, aunque en un principio no funcionó correctamente, no tardó en tomar algunas de las imágenes astronómicas más asombrosas y hermosas de todos los tiempos.
El Hubble observó a todos los planetas del Sistema Solar, excepto Mercurio.
El Hubble observó el Sol pero lo hizo, literalmente, hacia atrás. Este procedimiento se utilizó para proteger el espejo del telescopio, por cuanto si no se filtran los rayos UV del Sol, éstos pueden dañar fotoquímicamente las partes sensibles que se encuentran en el interior del telescopio y, por supuesto, pueden elevar su temperatura hasta niveles peligrosos. También, como quedó establecido en una entrada anterior, la luz directa del Sol podría dañar algunas de las cámaras.
Por todo lo dicho no se permite apuntar el Hubble a ningún punto cercano al Sol, a fin de evitar que se filtre ningún rayo directo al interior del telescopio. Esta "zona de exclusión solar" comprende un círculo de 50 grados de radio alrededor de nuestra estrella y, como ya se dijo, está prohibido adentrarse en esta zona con el Hubble.
Solo una vez se violó esta directiva y fue para observar el planeta Venus, que alcanza aproximadamente 45 grados de separación angular del Sol en su máximo alejamiento. Dichas observaciones se realizaron con la cámara planetaria y de gran angular 2 (WFPC2) (mostrada en la imagen; fue tomada en el UV cercano a fin de ver la estructura de las nubes venusinas) y el espectrógrafo GHRS. Los astrónomos buscaban dióxido de azufre en la atmósfera de Venus, una sustancia química que había sido detectada en una investigación anterior y podría haber sido emitida por el vulcanismo presente en el planeta. Hubo que enviar toda clase de anulaciones al telescopio para permitir esas observaciones y fue una tarea tan complicada que no se ha vuelto a realizar ni probablemente se repita.
Sin embargo, Mercurio nunca se aleja tanto del Sol como Venus, ya que a lo sumo se encuentra a sólo 28 grados del Sol, demasiado cerca para que el Hubble intente observarlo. No hay ningún problema, por cuanto esa es la tarea de la MESSENGER. Dicha nave ya sobrevoló dos veces a Mercurio y lo hará una tercera vez antes de entrar en órbita alrededor del planeta más cercano al Sol en 2011. A partir de ese momento comenzará a cartografiar el planeta con un grado de detalle mucho mayor al que podría realizar el Hubble.
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Fuente: Bad Astronomy Blog (en inglés).
Vía El Sofista
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