El transbordador espacial Discovery partió el 24 de abril de 1990 hacia el espacio llevando a bordo un objeto revolucionario: el Telescopio Espacial Hubble. A la fecha era el telescopio óptico más grande y más sensible lanzado al espacio y, aunque en un principio no funcionó correctamente, no tardó en tomar algunas de las imágenes astronómicas más asombrosas y hermosas de todos los tiempos.
La Luna no es tan brillante que no pueda verse con el Hubble
Mucha gente afirma que algunos objetos son simplemente demasiado brillantes para que el Hubble pueda observarlos. Esto es cierto en algunos casos: hay una cámara a bordo del Hubble que opera en el rango de la luz ultravioleta y a un potencial de 2500 voltios hay demasiados fotones UV pueden freír el instrumento.
Pero este resultado no puede extenderse a todas las cámaras del Hubble. En realidad, este telescopio espacial observó algunos de los objetos más brillantes del cielo, incluída la Luna. En la imagen mostrada arriba (clic en la imagen para ampliarla) vemos a Copernicus, un cráter de impacto de 90 km de diámetro. Este cráter lunar no era el objetivo primario del Hubble: otra cámara —el espectrógrafo STIS (Space Telescope Imaging Spectrograph)— observaba la luz solar que era reflejada más allá del limbo lunar y el Hubble había rotado de forma tal que la segunda cámara de gran angular (WFPC2) estaba en condiciones de tomar fotos del cráter.
Sin embargo, aunque el brillo de la Luna no impide que el Hubble la observe, el problema es que nuestro satélite se mueve demasiado rápido para que el telescopio pueda seguirlo por el cielo. En consecuencia las observaciones se llevaron a cabo según el "método de la emboscada": el telescopio se apunta a un lugar del cielo por el que pasará la Luna y cuando llega el momento adecuado se toman las imágenes. Es una operación muy difícil, lo que a su vez explica por qué hay tan pocas observaciones de nuestro vecino más inmediato.
En 1999 Phil Plait participó de una serie de observaciones lunares con el Hubble. El objetivo era registrar espectros del hielo de agua expulsado del Polo Sur Lunar cuando la sonda Lunar Prospector impactara en ese punto a máxima velocidad. Por desgracia, los espectros no salieron: el telescopio estaba ligeramente desviado y no vieron nada —resultó que nadie vio nada con ningún telescopio, así que no se perdió nada—. Aunque la observación fue un fracaso, el haber formado parte del equipo fue muy emocionante, recuerda Plait, y una de las veces que más disfrutó operando el Hubble.
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Fuente: Bad Astronomy Blog (en inglés).
Vía El Sofista
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