¿Se acuerdan cuando en octubre de 2008 el asteroide 2008 TC3 apareció en escena? Esa fue la primera ocasión en que se predijo —y exitosamente— el impacto de un meteorito sobre la Tierra. Por suerte no era tan grande como para causar daños y, además, su trayectoria cruzaba un área poco habitada de Africa. Surcó el cielo sobre el norte de Sudán en la madrugada del 7 de octubre de 2008 y luego explotó a 37 km de altura, sobre el Desierto de Nubia, antes de que la atmósfera pudiera reducir su velocidad. Se creyó que el asteroide se había desintegrado hasta hacerse polvo. Pero Peter Jenniskens, un astrónomo especializado en meteoritos del Centro Carl Sagan del Instituto SETI, pensó que había una oportunidad de recuperar algunos de los restos del asteroide. Y tenía razón.
Mapa del Desierto de Nubia, al norte de Sudán, con la proyección terrestre de la trayectoria del asteroide 2008 TC3 y la ubicación de los meteoritos recuperados (clic en la imagen para ampliarla).
Hasta ahora nunca se habían encontrado restos de una explosión a tanta altura. Pero cambió la suerte. Jenniskens, junto con Mauwia Shaddad, del Departamento de Física y la Facultad de Ciencias de la Universidad de Jartum, y un equipo de estudiantes y colaboradores, recuperaron 15 fragmentos con una masa total de 563 g durante el 5 y 8 de diciembre de 2008. En una segunda campaña, llevada a cabo entre el 25 y el 30 de diciembre, recolectaron 47 meteoritos (3,95 kg). El rango de las masas va desde 1,5 g a 283 g, y cubren una extensión de 29 km a lo largo de la trayectoria prevista para los restos del 2008 TC3.
El estudio de cómo un objeto refleja la luz solar permite inferir los minerales que se encuentran en su superficie. Así, los astrónomos agrupan en clases a los asteroides e intentan asignar los distintos tipos de meteoritos a cada clase. El 2008 TC3 había sido observado por varios grupos de astrónomos, y un equipo del Observatorio de La Palma, con sede en las Islas Canarias, que pudo medir la luz solar reflejada por el asteroide.
En el Instituto SETI medieron las propiedades de reflexión del meteorito y descubrieron que tanto el asteroide como sus fragmentos meteoríticos reflejaban la luz de una manera muy parecida y a su vez similar a la de los asteroides de la clase F. De esta clase de asteroides se conocían las propiedades de su espectro a partir de las mediciones telescópicas, pero no había rocas hasta ese momento para estudiar la correspondiente clase de meteoritos.
Cuando el Sistema Solar estaba en sus orígenes, pequeñas partículas de polvo se unieron para formar cuerpos más grandes, un proceso de acumulación que finalmente llevó a los asteroides. Algunos de estos cuerpos colisionaron tan violentamente que se fundieron por completo.
2008 TC3 es un caso intermedio, ya que está parcialmente fundido. Los estudios determinaron que los meteoritos del 2008 TC3, ahora llamados "Almahata Sitta", son acondritos de la clase de los ureilitas anómalos: son muy oscuros, porosos y ricos en carbono. El material recuperado de 2008 TC3 podría servir para descartar muchas teorías sobre el origen de esta clase de meteoritos.
Fuente Nancy Atkinson para Universe Today (en inglés).
Vía El Sofista
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