En la Tierra, los huracanes se forman y disipan en cuestión de días. En Júpiter, las tormentas pueden durar años o incluso siglos. El Gran Punto Rojo, una colosal tormenta de dos veces el diámetro de nuestro planeta ha durado al menos 300 años.
Pero ahora, la madre de todas las tormentas está menguando mientras otros puntos emergen para retar su estatus.
Las observaciones de la cobertura de nubes a lo largo de la última década aproximadamente ha sugerido que la enorme tempestad oval estaba haciéndose más pequeña conforme cambia el clima de Júpiter. Pero tales observaciones son complejas debido a que es difícil encontrar los bordes de la tormenta comparado con las nubes cercanas en la superficie visible de un planeta gaseoso que está completamente cubierto de coloridas nubes. Las tormentas cercanas pueden seccionar partes de la tormenta gigante, y de tal forma el Gran Punto Rojo puede consumir las nubes cercanas.
No obstante, los datos de velocidad del viento tomados desde 1996 a 2006 han permitido a los científicos medir el tamaño de la tormenta con mayor precisión analizando las velocidades de los vientos y sus direcciones.
“Los datos de velocidad del viento muestran que el Punto Rojo ha estado menguando a lo largo de su diámetro principal aproximadamente en un 15 por ciento durante ese periodo”, dijo Xylar Asay-Davis, que llevó a cabo el estudio junto con Phil Marcus, Mike Wong e Imke de Pader en la Universidad de California en Berkeley.
No muere
Los hallazgos concuerdan con otros estudios de la capa de nubes, dijo Asay-Davis, y esto pone la conclusión en un terreno más sólido. “La velocidad es una medida más robusta debido a que las nubes asociadas con el Punto Rojo están también fuertemente influenciadas por otros numerosos fenómenos en la atmósfera de alrededor”, comentó.
No está claro aún por qué la tormenta está menguando, pero después de 300 años de mantenerse ahí, el punto no parece estar en peligro de desaparecer en un tiempo cercano, dijo Asay-Davis. Continúa lanzando viento que superan rutinariamente los 500 kilómetros por hora.
“Encontramos que el Punto Rojo ha estado menguando pero no frenándose”, dijo Asay-Davis a SPACE.com.
Existe un equilibrio en la energía que fluye hacia dentro y fiera de la tormenta, cuando se mezcla con la atmósfera de alrededor consume las tormentas menores, o cuando la energía es irradiada al espacio, explica.
“No comprendemos por completo todas las fuentes de energía, o las formas en las que el Punto Rojo pierde energía, pero estas pueden desequilibrarse ligeramente durante un periodo de tiempo, y esto es probablemente lo que está provocando que el Punto Rojo se haga más pequeño – le llega menos energía y lentamente se disipa más”, dijo.
Asay-Davis y sus colegas han usado imágenes de la nave Cassini del año 2000 para construir el “mapa de velocidad” de mayor resolución hasta la fecha, mostrando la velocidad del viento en todo el planeta entre los -70 y 70 grados de latitud. Los vendavales en Júpiter normalmente alcanzan los 400 kilómetros por hora. La investigación se presentó en noviembre en una reunión de la división de dinámica de fluidos de la Sociedad Física Americana.
Cambio climático
El investigación en marcha tiene como objetivo abarcar todo el complejo y cambiante clima del planeta.
El planeta gigante pasó por una gran agitación entre 2005 y 2007 cuando “un cúmulo de inusuales patrones climáticos y cambios de color tuvieron lugar en todo el planeta”, dijo Asay-Davis.
Los cambios generaron el Pequeño Punto Rojo en 2006, una osada tormenta cuyo tamaño y velocidad podría rivalizar finalmente con su hermana mayor, dicen otros científicos.
“En términos de velocidad máxima del viento, el Pequeño Punto Rojo, según sus medidas en 2007 y el Gran Punto Rojo, medido en 2000, son aproximadamente iguales”, dijo el pasado mayo Andrew Cheng, físico de la Universidad Johns Hopkins.
El Gran Punto Rojo puede que no desaparezca, pero su estatus podría estar en peligro.
“El Gran Punto Rojo puede que no sea siempre la tormenta más grande y poderosa de Júpiter”, dijo Glenn Orton, científicos planetario en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California.
Qué está pasando
El pasado 2004, Marcus, ingeniero mecánico en Berkeley, predijo que aproximadamente para 2006 los cambios climáticos en el sur de Júpiter desestabilizarían los flujos y generarían nuevas tormentas.
“Creemos que estas agitaciones podrían estar relacionadas con la forma en que los vórtices mueven el calor alrededor del planeta – cuando hay demasiados vórtices, son muy eficientes en el movimiento del calor desde el ecuador a los polos”, explicó Asay-Davis. “Pero cuando hay menos, probablemente son mucho menos eficientes”.
En 1998 y 2000, tres grandes tormentas, todas ellas óvalos blancos, se fusionaron. Esto podría haber tenido un gran impacto sobre todo el clima del planeta.
“El polo sur puede estar enfriándose, mientras que el ecuador se hace un poco más cálido”, dijo Asay-Davis. “La reciente agitación puede haber sido la forma de Júpiter de ajustar o compensar este cambio climático. Finalmente, puede que veamos nuevos vórtices a partir de los cuales el calor se mezclará de nuevo. Esperamos poder continuar produciendo mapas de campo de vientos sobre Júpiter de tal forma que podamos seguir monitorizando el clima en los próximos años y décadas”.
Autor: Robert Roy Britt
Fecha Original: 9 de marzo de 2009
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Vía Ciencia Kanija
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