¿Qué pasaría si otra civilización tuviese telescopios y naves mejores que las nuestras? Sería la Tierra detectable desde otro planeta a pocos años luz de distancia? De la misma forma, ¿qué necesitaríamos para detectar vida en un planeta similar a la Tierra en una distancia parecida? Es interesante considerar estas cuestiones, y ahora, hay datos para ayudarnos con ello.
En diciembre de 1990, cuando la nave Galileo voló sobre la Tierra en su tortuoso viaje hacia Júpiter, los científicos apuntaron algunos de los instrumentos hacia la Tierra para ver cómo nuestro viejo planeta se veía desde el espacio. Dado que sabíamos de forma definitiva que la vida podía hallarse en la Tierra, este ejercicio ayudó a crear algunos criterios que si encontramos en cualquier otra parte, apuntarían a la existencia de vida también allí. Pero, ¿que pasaría si el clima de la Tierra era distinto del de ahora? ¿Sería la firma aún detectable? ¿Y los potenciales biomarcadores de los planetas extrasolares que tienen climas más fríos o cálidos serían obvios? Un grupo de investigadores de Francia introdujo varios criterios recopilados en distintas épocas de la historia de la Tierra para probar su hipótesis. ¿Qué hallaron?
Uno de los criterios más reveladores del sobrevuelo de Galileo para revelar vida en la Tierra fue lo que se llamó el borde rojo de vegetación – un pronunciado incremento en la reflexión de la luz en una longitud de onda de alrededor de 700 nanómetros. Este es el resultado de la absorción de la clorofila de la luz visible pero reflejándola fuertemente en el infrarrojo cercano. La sonda Galileo encontró pruebas sólidas de esto en la Tierra en 1990.
Luc Arnold y su equipo en el Observatorio Saint-Michel en Francia querían determinar algunos parámetros distintos donde la vida vegetal similar a la de la Tierra aún fuese detectable a través del borde rojo vegetal en un planeta similar a la Tierra orbitando una estrella a varios años luz de distancia..
A tal distancia el planeta no sería más que un punto no resoluble (en luz visible), por lo que la primera cuestión a considerar es si el borde rojo sería visible en distintos ángulos. El planeta probablemente esté rotando, y por ejemplo, en la Tierra, los continentes que tienen la mayor parte de vegetación están principalmente en el hemisferio norte. Si ese hemisferio no estuviese a la vista, ¿las biofirmas aún serían detectables? También quería buscar distintas estaciones, donde un hemisferio en invierno sería menos probable que tuviese biomarcadores vegetales que uno en verano, y potenciales espesas coberturas de nubes.
También introdujeron distintos criterios climáticos desde los extremos climas de final del Cuaternario, usando simulaciones climáticas que habían sido realizadas mediante modelos de circulación general. Usaron datos de la época actual y los compararon con una edad de hielo, El Último Máximo Glacial (LGM) el cual tuvo lugar aproximadamente hace 21 000 años. Las temperaturas eran globalmente del orden de 4º C más frías que hoy, y las capas de hielo cubrían la mayor parte del hemisferio norte. Entonces, usaron una época más cálida, durante la época del Holoceno hace 6000 años, cuando el hemisferio norte era aproximadamente 0,5º C más cálido que hoy. El nivel del mar se elevó y el Desierto del Sahara contenía más vegetación.
Sorprendentemente, los investigadores encontraron que incluso durante el invierno en una época glacial, la señal de vegetación roja no se vería reducida significativamente, en comparación con el clima actual e incluso con un clima más cálido.
Por lo que si hay otra Tierra allí fuera, el borde rojo de vegetación nos debería permitir encontrar ese planeta similar al nuestro. Pero necesitamos mejores telescopios y naves para encontrarlo.
La mejor esperanza en el horizonte es el Buscador de Planetas Terrestres. La ESA tiene un instrumento similar en proceso conocido como Darwin.
Los equipos que hay tras estos instrumentos dicen que podrían observar planetas similares a la Tierra orbitando estrellas a una distancia de hasta 30 años luz con una exposición de un par de horas.
El equipo de Arnold dice que observar tales signos de vida en un planeta sería mucho más complejo. El borde rojo de vegetación sólo se vería con una exposición de 18 semanas con un telescopio como en Buscador de Planetas Terrestres. Una exposición de 18 semanas de un planeta orbitando otra estrella sería una tarea casi imposible.
Por lo que, ¿cuándo podríamos finalmente ver vegetación en otro planeta? El Buscador de Planetas Terrestres (TPF) parece improbable que se lance antes de 2025 e incluso entonces podría no tener suficiente potencia para lograrlo.
Telescopios más ambiciosos de finales de siglo, tales como una formación de 150 espejos de 3 metros recogería suficientes fotones en 30 minutos para congelar la rotación del planeta y producir una imagen de al menos 300 píxeles de resolución, y hasta miles dependiendo de la geometría de ordenación. “A este nivel de resolución espacial, sería posible identificar nubes, océanos y continentes, incluso zonas baldías o tal vez (con suerte) conquistadas por la vegetación”, escriben los investigadores.
Autor: Nancy Atkinson
Fecha Original: 13 de enero de 2009
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Vía Ciencia Kanija
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