"El Cosmos está constituido por todo lo que es, lo que ha sido o lo que será" Carl Sagan

31 agosto 2008

Físicos japoneses aspiran a desentrañar los misterios del Universo

Mientras los científicos del mundo tratan de descomprimir los misterios sobre el Universo, Japón está dedicado a abrir su mayor parque de ciencia atómica para estudiar el mundo a su más pequeño nivel

Un trabajador muestra las instalaciones del sincrotrón de mayor escala en el mundo, con 500 m de diámetro produce neutrones y neutrinos, y puede ser usado para investigación en ciencias de materiales y vida en el Centro de Investigación y Desarrollo Tokai, de la Agencia Japonesa de Energía Atómica (JAEA) en la villa de Tokai en la prefectura de Ibaraki.

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El Complejo de Investigación de Acelerador de Protones de Japón (J-PARC Center), un proyecto de 150 mil millones de yenes (1.360 millones de dólares) casi completamente financiado por el gobierno, abrirá en diciembre como uno de los tres centros mundiales de ciencia atómica.

El gigantesco complejo en investigación nuclear en Tokai, a 100 kilómetros (60 millas) al noreste de Tokio, está diseñado para ayudar a los investigadores a estudiar cualquier objeto terrestre debajo del nivel del átomo.

Al comprender mejor al mundo en detalles tan diminutos, los investigadores esperan lograr beneficios en una variedad de campos, incluyendo los fármacos, el procesamiento de alimentos y las baterías iónicas.

"Siempre y cuando los resultados de las investigaciones sean publicados, los investigadores pueden usar estas instalaciones sin cargo", dijo Shoji Nagamiya, director del J-PARC Center.

Al menos 57 compañías, en gran parte farmacéuticas, como universidades y otros institutos, están considerando investigar en el parque de ciencia, donde se pueden llevar a cabo hasta 23 estudios simultáneamente.

"Los investigadores podrán estudiar algunos átomos más livianos que los rayos-X no pueden analizar, más notablemente los del agua", dijo Kunihiro Suzuki, portavoz principal del J-PARC Center.

"Significa que podrían desnudar el mecanismo de cualquier organismo vivo -cuya parte principal consiste de agua- y con suerte conducirá a otros desarrollos, por ejemplo, de cosméticos y productos de comida congelada", dijo.

La investigación también podía ayudar al desarrollo de unas baterías de litio más avanzadas, dijo Suzuki. Estas baterías recargables son ampliamente usadas en la electrónica, pero los fabricantes de automóviles están esperando usarlas para mover automóviles ecológicos.

La planta también llevará a cabo experimentos para rastrear neutrinos -las fugaces y minúsculas partículas elementales y sin carga en las reacciones nucleares.

Los neutrinos son considerados la clave para comprender el universo. El Sol y las supernovas, o las explosiones de estrellas, envían al universo una cantidad enorme de neutrinos, que parecen no interactuar con la masa y carecer de carga eléctrica.

Billones de neutrinos pasan a través del cuerpo de cada persona, todos los días, sin cambiar de curso, pero los científicos no tienen en claro cuál es su función.

Seguirles el rastro no es tarea fácil. Los físicos europeos hicieron historia el año pasado cuando lograron tomar una foto del mismo instante en que un neutrino se estrelló en un detector del laboratorio.

En un proyecto que empezará en abril del próximo año, unos 400 científicos en el J-PARC Center enviarán billones de neutrinos en un viaje de 295 kilómetros (183 millas) a través de la corteza terrestre hasta otro laboratorio en Japón occidental.

Invisibles a la simple vista, cada neutrino hará todo el viaje en una milésima de segundo.

Los científicos sólo esperan poder detectar 10 ó 20 neutrinos por día desde el J-PARC Center. Pero el experimento todavía se considera importante porque podría ayudar a explicar uno de los mayores misterios del universo: su naturaleza infinita.

Los neutrinos serán enviados a un laboratorio llamado Súper Kamiokande, que fue construido en 2002 por el físico Masatoshi Koshiba, Premio Nobel.

Koshiba y su equipo han detectado neutrinos expulsados por una supernova en un esfuerzo por comprender el nacimiento del universo.

Los dos otros centros mundiales para la física atómica están en Estados Unidos, que tiene laboratorios subsidiados por el gobierno en Illinois y Tennessee, y en Europa Occidental, con laboratorios en Gran Bretaña, Alemania y en la frontera Suizo-Francesa.

Fuente: PhysOrg. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard

Vía: Axxón

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La física de lo imposible

Michio Kaku, profesor de física de la City University de Nueva York explora para Planeta Fascinante los confines de lo posible.

Teletransportarnos, hacernos invisibles, viajar en el tiempo… Fenómenos increíbles inspirados en la ciencia-ficción que podrían formar parte de nuestro día a día dentro de muy poco tiempo. Y es que no tienen en su contra ninguna ley de la naturaleza, sólo es cuestión de que algún inventor logre hacerlos realidad. Michio Kaku, profesor de física de la City University de Nueva York explora para Planeta Fascinante los confines de lo posible.

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Profesor Michio Kaku

Este visionario y autor de varios libros de éxito enseña física en Nueva York. Es uno de los mayores expertos en la “Teoría de cuerdas”.

¡Imposible! ¡Absurdo! Son expresiones típicas que se escuchan cuando se habla de determinadas teorías científicas. Algunas personas que se autodenominan “expertos” afirman que no es posible que los seres extraterrestres alcancen la Tierra mediante naves espaciales: la distancia entre las estrellas es demasiado grande. ¿La telepatía? También imposible, porque el cerebro no puede ni enviar ni recibir mensajes. Analizando en profundidad estos fenómenos constatamos que es cierto que, a día de hoy o en un futuro próximo, son inviables. Pero la verdadera cuestión es… ¿seguirán siendo imposibles cuando contemos con tecnologías más avanzadas dentro de cientos o incluso miles de años? Tal vez estos “imposibles” son sólo problemas de difícil resolución de los que tienen que ocuparse los ingenieros. El escritor de ciencia-ficción recientemente fallecido Arthur C. Clark declaró en cierta ocasión: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.”. Así que la pregunta que deberíamos plantearnos es ¿atentan estos “imposibles” contra las leyes conocidas de la física?

Capas de invisibilidad, campos de fuerza… Nada es imposible.

Es una realidad: sobre la senda del progreso se amontonan muchos “imposibles”. Después de ver como muchos de ellos han sido finalmente viables, los físicos de hoy en día han hecho suya una frase muy significativa: Todo lo que no está prohibido, ocurrirá inevitablemente. Si no hay una ley natural que prohíba una determinada tecnología, esta no será sólo “teóricamente posible”, sino que con toda seguridad será llevada a la práctica. Para abordar de forma sistemática la física de lo imposible se puede establecer una jerarquía: yo divido los “imposibles” en tres categorías. En la categoría I se encuadran los que podrían hacerse realidad en las próximas décadas o en el próximo siglo. En la categoría II incluyo aquellos fenómenos que necesitarán siglos o incluso milenios de perfeccionamiento. La categoría III la forman todas aquellas tecnologías que violan leyes de la naturaleza sobradamente conocidas y que por tanto son, en mi opinión, totalmente inviables.

Los “imposibles” de tipo I tienen una cosa en común: todos pueden convertirse en posibles en un futuro próximo con la ayuda de las leyes naturales que ya conocemos, pero precisan de una labor de ingeniería de primera línea. Hablamos de temas como la invisibilidad, los campos de fuerza, las pistolas de rayos, la psicoquinesia, las naves espaciales interestelares, los motores materia-antimateria e incluso algunas modalidades de teletransportación o telepatía. En el pasado les enseñaba a mis estudiantes, en mis clases de óptica, que la invisibilidad era algo imposible. Para que un objeto se vuelva invisible, la luz tiene que rodearlo, igual que el agua de un río fluye alrededor de una roca. Río abajo, uno no tiene ni idea de que había una roca río arriba, una vez pasada la roca en el arroyo todo sigue igual, simplemente el agua sigue su curso.

Además está también la llamada ley de la refracción de Snell, que describe cómo los diferentes materiales hacen que la luz se refracte o se desvíe cuando pasan de un medio de propagación a otro. Según esto, la luz tendría que moverse a una velocidad superior a la velocidad de la luz para poder rodear un objeto y en consecuencia hacerlo invisible, cosa que parece imposible. Sin embargo hace dos años unos físicos de la universidad americana de Duke y del Imperial College en Londres demostraron que un metamaterial podía hacer invisibles a los objetos que se envolvían en él. Al principio los objetos sólo eran invisibles para las microondas, pero al menos se logró eso. Mediante impurezas casi imperceptibles en el metamaterial, los científicos lograron desviar la trayectoria de las microondas. Pero fue el pasado año cuando dos grupos –uno en el Instituto Tecnológico de California y en otro en la Universidad de Karlsruhe, en Alemania- consiguieron desarrollar metamateriales que curvaban de la misma forma la luz láser roja y la verde. Un hito importantísimo: por primera vez se pudo curvar la trayectoria recta de la luz visible.

Teniendo en cuenta la increíble velocidad a la que avanza la ciencia, probablemente en una o dos décadas los científicos estarán en disposición de hacer objetos totalmente invisibles pero sólo si se les proyecta un solo color. Quien sabe, tal vez la capa de Harry Potter se lance al mercado aún en este siglo.

Igual de imposible se pensaba antes que era la idea de la transportación (“beaming” en inglés). Sin embargo a día de hoy los físicos teletransportan regularmente fotones a distancias de hasta 600 metros. Incluso son ya capaces de teletransportar átomos completos de cesio y de berilio. En realidad lo que se hace es teletransportar la información cuántica de un fotón o de un átomo a otro fotón o átomo distante, no al fotón o átomo en sí.

En el plazo aproximado de una década se teletransportará la primera molécula siguiendo este procedimiento. Y dentro de algunas décadas los físicos podrían lograr teletransportar moléculas orgánicas complejas o tal vez incluso un virus o fragmentos de un ADN.

Para conseguirlo, los físicos se valen de un exótico fenómeno: el entrelazamiento cuántico. Cuando dos partículas se entrelazan de tal manera que vibran en coherencia, forman una unión a modo de cordón umbilical invisible. Esta conexión permanece intacta, incluso cuando se aleja una partícula y la otra. Si algo le sucede a una de las partículas, esta información es transmitida inmediatamente a la otra. La partícula “entrelazada” siempre se comportará según la información que se le teletransporte. Este fenómeno demuestra que la teletransportación realmente es un fenómeno de tipo I. Sin embargo el entrelazamiento es un algo extremadamente sensible. La más mínima interferencia puede romper esta fina unión. Parece que van a tener que pasar varios siglos hasta que sea posible teletransportar los billones de átomos que componen el cuerpo de un ser humano.

¿Cuándo abordarán los ingenieros la construcción de una máquina del tiempo?

Los imposibles de tipo II son mucho más complicados. Pueden pasar milenios o incluso millones de años hasta que puedan hacerse realidad. Pero lo decisivo es que están dentro del ámbito de lo posible. Lo que hace que estas tecnologías sean tan complejas son las enormes cantidades de energía que precisan, junto al hecho de que aún no poseemos un conocimiento suficientemente sólido sobre sus fundamentos físicos. En esta categoría se enmarcan los viajes en el tiempo, los viajes a velocidades superiores a la velocidad de la luz a través de agujeros de gusano y los viajes a universos paralelos.

En los años 90 Stephen Hawking intentó demostrar que los viajes a través del tiempo iban en contra de las leyes de la naturaleza. Formuló su Conjetura de la Protección Cronológica. Pero tras años de duro trabajo tuvo que abandonar y admitir que los viajes en el tiempo son posibles aunque, en su opinión, poco prácticos.

Un estudio en profundidad de las fórmulas de la Relatividad General de Einstein revela que con grandes cantidades de energía es posible abrir un agujero en el espacio-tiempo. Esto podría tal vez conectar el presente con el futuro. Todo aquel con valentía suficiente para saltar dentro del agujero de gusano aparecería al otro extremo del mismo, situándose en un momento temporalmente anterior al de su salto.

Pero existen poderosos obstáculos que impiden la construcción de una máquina del tiempo o la apertura de un agujero de gusano. En el sentido más literal de la palabra: se precisan cantidades astronómicas de energía. En 1963 el físico Roy Kerr demostró que la singularidad de un agujero negro rotante no forma un punto, sino una espiral. Si una persona cayese dentro de ese agujero no moriría aplastada, sino que aterrizaría en un universo paralelo; eso sí, sin posibilidad de retorno. Desde entonces los astrónomos han descubierto cientos de agujeros negros rotantes.

En 1988 el físico Kip Thorne encontró una solución a las ecuaciones de Einstein que podría hacer “atravesables” los agujeros de gusano. Según sus resultados podrían existir agujeros de gusano que permitirían pasar libremente de un lado a otro. Un viaje a través de uno de estos agujeros podría convertirse en algo tan sencillo como un vuelo en avión. Pero para abrir uno de estos portales se necesita una cantidad de energía equivalente a la masa de un agujero negro estelar. Es más, para mantener el agujero abierto y estable, se necesita energía negativa -un fenómeno exótico. Todo esto no ha impedido que los físicos hayan propuesto varios diseños de máquinas del tiempo. Mi diseño preferido incluye una batería de aceleradores de partículas, cada uno con una longitud de unos 10 años luz y capacidad para acelerar partículas hasta alcanzar una energía de 200.000 millones de electronvoltios por metro. Estarían configurados en forma de bola/esfera y todos los cañones mirando hacia dentro. Los aceleradores enviarían su chorro de partículas al interior de la esfera, hasta que en ese punto se llegase a la llamada energía de Planck: 1028 electronvoltios.

De esta manera El espacio y el tiempo se volverían inestables y deberían abrirse los agujeros de gusano.

¿Cuáles de estas ideas son totalmente inviables?

Los fenómenos imposibles clasificados dentro de la categoría III son mucho más problemáticos que los que hemos visto hasta el momento. Lo que les pasa es simplemente que violan las leyes naturales. Sólo hay dos posibilidades: o son realmente imposibles o tenemos que descubrir nuevas leyes de la naturaleza. Sólo he encontrado dos “imposibles” de clase III: la precognición, es decir, la capacidad de ver el futuro con antelación; y los Perpetuum Mobile o móviles perpetuos, unas máquinas que efectúan eternamente el mismo movimiento sin recibir ningún tipo de suministro de energía externo. Predecir el futuro es algo muy problemático porque haciéndolo se vulnera el tan fundamental orden de causa-efecto. La precognición está estrechamente relacionada con los viajes en el tiempo. Los físicos han desarrollado ingeniosos mecanismos para que los viajes en el tiempo no atenten contra el principio de la causalidad. De existir realmente la precognición, supondría el colapso de los fundamentos de la física.

A partir del siglo VIII los Perpetuum Mobile fueron objeto de una larga lista de fraudes/engaños. Su mecanismo suele ser muy sencillo, como una rueda que gira o una cadena que da vueltas. El que los inventa siempre afirma que pueden producir una cantidad ilimitada y gratuita de energía. De todas maneras, nos surge la pregunta: ¿Por qué no funcionan los móviles perpetuos? ¿Por qué existen las leyes de conservación de la materia y de la energía? Si conociésemos la respuesta, tal vez seríamos capaces de encontrar un camino para esquivar la ley. Si analizamos la luz de las galaxias que se encuentran a miles de millones de años luz de distancia, nos encontraremos con las mismas líneas espectrales del hidrógeno que encontramos en nuestros laboratorios. En otras palabras: las leyes de la astrofísica son las mismas desde hace miles de millones de años, remontándose hasta el Big Bang. La cantidad de energía presente en el universo ha permanecido invariable desde el principio.

Aquí podemos apreciar la diferencia entre los “imposibles” de tipo III y el resto. Rotundamente, los de tipo I y II son compatibles con las dos teorías que dominan la física moderna: la mecánica cuántica y la relatividad general. Ambas teorías consideran que las leyes fundamentales perdurarán siempre –conservando la materia y la energía. ¿O es posible que sólo tengamos un conocimiento parcial de las leyes fundamentales que rigen la física? Tal vez. Al fin y al cabo partimos de la base de que la relatividad se deshizo en el interior de un agujero negro en el momento de producirse el Big Bang. Y la teoría cuántica no es capaz de explicar la gravitación. Así que cuando nos preguntemos qué nos traerá el futuro, no deberíamos perder de vista los fenómenos imposibles de los tipos I y II. Lo que hoy es aún impensable, puede ser una realidad dentro de un par de siglos. Pero en algún sitio hay que poner el límite, y este viene determinado por las leyes de la naturaleza. Con ellas no se debe jugar. De hecho son las mejores guías que podemos tener en nuestro camino hacia el futuro.



Agradecimiento a la revista Planeta Fascinante por proporcionar el material para este artículo. El articulo completo aparece en el ejemplar de agosto de la revista Planeta Fascinante, paginas 46-52.

Vía: Ciencia Kanija

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30 agosto 2008

El Universo: 06 El planeta Tierra

El planeta Tierra

Episodio 6 de 14 de la serie de documentales de Canal Historia, El Universo.

"Hace 4.500 millones de años, en la reñida carrera por convertirse en planeta, esta reluciente esfera azul se hizo con un lugar en el podio. Fue una competición marcada por el caos y violentas colisiones..."

Duración: 44:06 Ver en: TU.tv

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2012: No habrá llamarada solar asesina

Podríamos estar en medio de un descomunal espectáculo de fuegos artificiales en 2012. El Sol se aproximará a su pico en el ciclo de 11 años, conocido como “máximo solar”, por lo que es de esperar una gran actividad en el Sol.

Algunas predicciones colocan el máximo del Ciclo Solar 24 como más energético que los últimos máximos solares de 2002 y 2003 (¿recuerdas todas esas llamaradas de clase X batiendo los registros?). Los físicos solares están entusiasmados con este nuevo ciclo y los nuevos métodos de predicción se están poniendo en uso. ¿Deberíamos preocuparnos?

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De acuerdo con uno de los muchos escenarios apocalípticos que hemos presentado anteriormente en el final del mundo basado en las profecías mayas para el año 2012, éste en realidad tiene algo de base científica. Es más, puede existir cierta correlación entre el ciclo solar de 11 años y los ciclos temporales vistos en el calendario maya, ¿tal vez esta antigua civilización comprendió cómo el magnetismo del Sol sufre cambios de polaridad cada década aproximadamente? Además, los textos religiosos (tales como la Biblia) dicen que en el día del Juicio Final implicará una gran cantidad de fuego y azufre. ¡Por lo que parece, vamos a quedar asados vivos por nuestra propia estrella el 21 de diciembre de 2012!

Antes de pasar a las conclusiones, demos un paso atrás y pensemos en todo esto. Como la mayoría de distintas formas en las que el mundo terminará en 2012, la posibilidad de que el Sol expulse una descomunal llamarada solar dañina hacia la Tierra es muy atractiva para los apocalípticos. Pero echando un vistazo a lo que realmente sucede durante un evento de llamaradas solares dirigidas hacia la Tierra, la Tierra en realidad está muy bien protegida. Aunque algunos satélites pueden no estarlo…

La Tierra ha evolucionado en un entorno altamente radiactivo. El Sol lanza constantemente partículas de alta energía desde su superficie dominada por el magnetismo en forma de viento solar. Durante el máximo solar (cuando el Sol está en su etapa más activa), la Tierra puede ser lo bastante desafortunada como para estar en el punto de mira de una explosión con la energía de 100 mil millones de bombas como la que se lanzó en Hiroshima. Esta explosión es conocida como llamarada solar y sus efectos pueden causar problemas aquí en la Tierra.

Antes de echar un vistazo a los efectos colaterales en la Tierra, vamos a observar en Sol y comprender brevemente por qué se enfada tanto cada 11 años aproximadamente.

El Ciclo Solar

sun_max_min2-211x250 Primero, y más importante el Sol tiene un ciclo natural de aproximadamente 11 años. Durante el tiempo de vida de cada ciclo, las líneas de campo magnético del Sol son arrastradas alrededor del cuerpo solar mediante una rotación diferencial en el ecuador solar. Esto significa que el ecuador gira más rápido que los polos magnéticos. Conforme esto continúa, el plasma solar arrastra las líneas de campo magnético alrededor del Sol, provocando tensión y acumulando energía. Conforme incrementa la energía magnética, se forman ondas en el flujo magnético, forzándolos a ir a la superficie. Estas ondas se conocen como bucles coronales los cuales se hacen más numerosos durante los periodos de alta actividad solar.

Aquí en donde entran en juego las manchas solares. Conforme los bucles coronales continúan surgiendo en la superficie, las manchas solares aparecen también, a menudo situadas en la base de los bucles. Los bucles coronales tienen el efecto de empujar las capas más calientes de la superficie del Sol (la fotosfera y cromatosfera) hacia los lados, exponiendo la zona de convección más fría (las razones de porqué la superficie solar y la atmósfera están más calientes que el interior se deben al fenómeno de calentamiento de la corona). Conforme la energía magnética se acumula, se puede esperar que cada vez mayor flujo magnético sea forzado a unirse. Aquí es donde tiene lugar el fenómeno de reconexión magnética.

La reconexión es el disparador de las llamaradas solares de distintos tamaños. Tal y como informamos anteriormente, las llamaradas solares varían entre las “nanollamaradas” a las “llamaradas de case-X” que son eventos muy energéticos. Se da por supuesto que las mayores llamaradas solares pueden generar la energía de 100 mil millones de explosiones atómicas, pero no dejes que esta cifra te preocupe. Para empezar, estas llamaradas tienen lugar en la corona baja, justo al lado de la superficie solar. Es decir, a caso 160 millones de kilómetros de distancia (1 UA). La Tierra no está ni mucho menos cerca del estallido.

Cuando las líneas de campo magnético solar liberan una enorme cantidad de energía, el plasma solar se acelera y queda confinado en un entorno magnético (el plasma solar son partículas supercalentadas como protones, electrones y algunos elementos ligeros como núcleos de helio). Cuando interactúan las partículas del plasma, pueden generarse rayos-X si las condiciones son las adecuadas y es posible el bremsstrahlung. (El Bremsstrahlung tiene lugar cuando las partículas cargadas interaccionan, dando como resultado una emisión de rayos-X). Esto puede crear una llamarada de rayos-X.

El problema con las llamaradas solares de rayos-X

solarflarelargestever700x700-250x250 El mayor problema con una llamarada de rayos-X es que tenemos poco aviso sobre cuándo va a suceder, dado que los rayos-X viajan a la velocidad de la luz. Los rayos-X de una llamarada de clase-X alcanzarán la Tierra en aproximadamente ocho minutos. Cuando los rayos-X impactan en nuestra atmósfera, son absorbidos por la capa más externa conocida como ionosfera. Como ya podrás adivinar por el nombre, este en un entorno altamente cargado y reactivo, lleno de iones (núcleos atómicos y electrones libres).

Durante eventos solares tan potentes, los índices de ionización entre los rayos-X y los gases atmosféricos se incrementan en las regiones D y E de la ionosfera. Esto provoca un aumento súbito en la producción de electrones en estas capas. Estos electrones pueden causar interferencias en el paso de las ondas de radio a través de la atmósfera, absorbiendo las señales de radio de onda corta (en el rango de frecuencia alto), bloqueando posiblemente las comunicaciones globales. Estos eventos son conocidos como “Perturbaciones Ionosféricas Súbitas” (o SIDs) y se hacen lugares comunes durante los periodos de alta actividad solar. Es interesante apuntar que el incremento en la densidad de electrones durante una SID aumenta la propagación de las ondas de radio de Muy Baja Frecuencia (VLF), un fenómeno que los científicos usan para pedir la intensidad de los rayos-X que proceden del Sol.

¿Eyecciones de masa coronal?

sun-cme-8nov2004-2326-g3-trace-250x250 Las emisiones de llamaradas solares de rayos-X son sólo parte de la historia. Si las condiciones son las adecuadas, podría producirse una eyección de masa coronal (CME) en el lugar de la llamarada (aunque los fenómenos pueden ocurrir de forma independiente). Las CMEs son más lentas en su propagación que los rayos-X, pero sus efectos globales aquí en la Tierra pueden ser más problemáticos. Puede que no viajen a la velocidad de la luz, pero aún así viajan bastante rápido; pueden llegar a un índice de 3,2 millones de km/h, lo que significa que pueden alcanzarnos en cuestión de horas.

Aquí es donde se pone gran parte del esfuerzo en la predicción del clima espacial. Tenemos un puñado de naves situadas entre la Tierra y el Sol en el Punto de Lagrange Tierra-Sol (L1) con sensores a bordo para medir la energía e intensidad del viento solar. Cundo una CME pasa a través de su posición, las partículas energéticas y los campos magnéticos interplanetarios (IMF) pueden medirse directamente. Una misión conocida como Explorador de Composición Avanzado (ACE) se sitúa en el punto L1 y proporciona a los científicos informes cada hora de la aproximación de una CME. ACE forma equipo con el Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO) y el Observatorio de Relaciones Solares y Terrestres (STEREO), por lo que las CMEs pueden rastrearse desde la corona inferior hasta el espacio interplanetario, a través del punto L1 hacia la Tierra. Estas misiones solares están trabajando activamente juntas para proporcionar a las agencias espaciales adelantos sobre una CME dirigida contra la Tierra.

Entonces, ¿qué sucede si una CME alcanza la Tierra? Para empezar, gran parte depende de la configuración magnética de la IMF (desde el Sol) y del campo geomagnético de la Tierra (la magnetosfera). Generalmente hablando, si ambos campos magnéticos están alineados con sus polaridades apuntando en la misma dirección, es altamente probable que la CME sea repelida por la magnetosfera. En este caso, la CME se deslizará sobre la Tierra, provocando algunos cambios de presión y distorsión en la magnetosfera, pero de cualquier forma pasará sin problemas. No obstante, su las líneas de campos magnéticos están en una configuración anti-paralela (es decir, las polaridades magnéticas en direcciones opuestas), puede tener lugar una reconexión magnética en los límites de la magnetosfera.

En este evento, la IMF y la magnetosfera se fusionarán, conectando el campo magnético de la Tierra con el del Sol. Esto configura la escena de uno de los eventos más sobrecogedores de la naturaleza: las auroras.

Satélites en peligro

Cuando el campo magnético de una CME conecta con el de la Tierra, se inyectan partículas de alta energía en la magnetosfera. Debido a la presión del viento solar, las líneas de campo magnético del Sol se centrarán en la Tierra, curvándose tras nuestro planeta. Las partículas inyectadas en el “lado diurno” serán canalizadas a las regiones polares de la Tierra donde interactuarán con nuestra atmósfera, generando la luz de las auroras. Durante esta época, el Cinturón de Van Allen se “supercargará”, creando una región alrededor de la Tierra que podría causar problemas en los astronautas desprotegidos y en los satélites sin escudos.

Como si no fuese suficiente con el Cinturón de Van Allen, los satélites podrían sucumbir a la amenaza de una atmósfera en expansión. Como sería de esperar, si el Sol golpea a la Tierra con rayos-X y CMEs, habrá un calentamiento inevitable y una expansión global de la atmósfera, posiblemente invadiendo las altitudes orbitales de los satélites. Si no lo comprobamos, un efecto de aerofrenado sobre los satélites podría provocar que se frenasen y cayeran. El aerofrenado se ha usado de forma extensiva como una herramienta de vuelo espacial para frenar las naves cuando se insertan en órbita alrededor de otro planeta, pero esto tendrá un efecto adverso sobre los satélites que orbitan la Tierra dado que cualquier disminución de la velocidad podría provocar una reentrada en la atmósfera.

También sentimos los efectos en el suelo

earthfromspace_zoom-250x175 Aunque los satélites están en la primera línea, si hay una potente subida en las partículas energéticas que entran en la atmósfera, podremos sentir los efectos adversos aquí sobre la Tierra también. Debido a la generación de rayos-X en los electrones de la ionosfera, algunas formas de comunicación pueden entrecortarse (o eliminarse por completo), pero esto no es todo lo que puede suceder. En regiones a latitudes particularmente altas, una vasta corriente eléctrica, conocida como “electrojet”, puede formarse en la ionosfera gracias a estas partículas entrantes. Con una corriente eléctrica siempre viene un campo magnético. Dependiendo de la intensidad de la tormenta solar, las corrientes pueden ser inducidas aquí en el suelo, sobrecargando posiblemente las redes eléctricas nacionales. El 13 de marzo de 1989, seis millones de personas perdieron el suministro eléctrico en la región de Québec en Canadá después de un enorme incremento en la actividad solar causado por corrientes inducidas en el terreno. Québec quedó paralizado durante nueve horas mientras los ingenieros ideaban una solución al problema.

¿Puede nuestro Sol producir una llamarada asesina?

star_flare-250x169 La respuesta corta a esta pregunta es “no”.

La respuesta larga es un poco más elaborada. Aunque una llamarada solar dirigida directamente contra nosotros, podría provocar problemas secundarios tales como daños en los satélites, lesiones a astronautas sin protección y apagones, la llamarada en sí no es lo bastante potente para destruir la Tierra, y ciertamente, no en 2012. Tengo que decir que, en el futuro lejano, cuando el Sol comience a agotar su combustible y se convierta en una gigante roja, podría ser una mala época para la vida en la Tierra, pero tendremos que esperar unos cuantos miles de millones de años a que eso suceda. Incluso podría existir la probabilidad de que varias llamaradas de clase-X se lancen a la vez y que por pura mala suerte nos impacten una serie de CMEs y estallidos de rayos-X, pero ninguno lo bastante potente como para superar nuestra magnetosfera, ionosfera y la gruesa atmósfera que hay debajo.

Las llamaradas solares “asesinas” han sido observadas en otras solar estrellas. En 2006, el observatorio Swift de la NASA vio la mayor llamarada solar jamás observada a 135 años luz de distancia. Con una liberación de energía estimada en 50 millones de billones de bombas atómicas, la llamarada de II Pegasi habría aniquilado la mayor parte de la vida en la Tierra si nuestro Sol hubiese disparado una llamarada de semejante energía. No obstante, nuestro Sol no es II Pegasi. II Pegasi es una violenta gigante roja con una compañera binaria en una órbita muy cercana. Se cree que la interacción gravitatoria con su compañera binaria y el hecho de que II Pegasi es una gigante roja son la raíz de este evento de llamarada energética.

Los apocalípticos apuntan al Sol como una posible fuente asesina para la Tierra, pero el hecho es que nuestro Sol es una estrella muy estable. No tiene una binaria compañera (como II Pegasi), tiene un ciclo predecible (de aproximadamente 11 años) y no hay pruebas de que nuestro Sol haya contribuido a ninguna de las extinciones masivas en el pasado a través de una enorme llamarada dirigida contra la Tierra. Se han observado grandes llamaradas solares (tal como la llamarada de luz blanca de Carrington en 1859)… pero aún seguimos aquí.

Para añadir otro giro más, los físicos solares están sorprendidos por la carencia de actividad solar en el inicio de este ciclo solar, lo que ha llevado a algunos científicos a especular que podríamos estar al borde de otro mínimo de Maunder y una “Pequeña Edad del Hielo”. Ésto está en total oposición con la predicción de los físicos solares de la NASA de 2006 sobre que este ciclo sería extraordinario.

Esto me lleva a concluir que aún tenemos que recorrer un largo camino en la predicción de llamaradas solares. Aunque la predicción del clima espacial está mejorando, pasarán algunos años antes de que podamos leer el Sol con una precisión suficiente para decir con alguna certeza cómo de activo será el ciclo solar. Por tanto, en lo que respecta a la profecía, predicción o mito, no existe una forma física de decir que la Tierra será golpeada por ninguna llamarada, mucho menos una enorme en 2012. Incluso si una gran llamarada nos impactase, no sería un evento de extinción. Sí, los satélites podrían quedar dañados provocando problemas secundarios como pérdida de GPS (lo que podría interrumpir el control de tráfico aéreo por ejemplo) o las redes energéticas nacionales quedas sobrecargadas por electrojets de auroras, pero nada más extremo que eso.

Pero espera, para solventar este problema, los apocalípticos ahora dirán que una gran llamarada solar nos impactará justo cuando el campo magnético de la Tierra se debilite e invierta, dejándonos sin protección ante los estragos de una CME… Las razones de porqué esto no va a suceder en 2012 merecen su propio artículo. Por lo que queda a la espera del siguiente artículo sobre 2012 “2012: No habrá inversión geomagnética”.


Autor: Ian O’Neill
Fecha Original: 21 de junio de 2008
Enlace Original

Vía: Ciencia Kanija

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El Sistema Solar - La Luna (I)

Continuamos hoy nuestro viaje por el Sistema Solar, tras el paréntesis vacacional. En entradas anteriores de la serie hemos hablado acerca de la Formación del Sistema Solar, Mercurio, Venus y la Tierra.

Al hablar de nuestro planeta mencionamos ya brevemente a nuestro satélite, pero hoy nos dedicaremos a él en más profundidad: hablaremos sobre la Luna.

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Versión a 1411×1424 px. Crédito: Luc Viatour/Wikipedia/GPL.

El ser humano ha conocido, por supuesto, la existencia de la Luna desde tiempo inmemorial: es imposible perdérsela en el firmamento, y no hay otro objeto más brillante y llamativo aparte del Sol.

Todas las culturas primitivas le daban una gran importancia (generalmente religiosa, y en muchos casos se la consideraba una deidad), y casi todas la utilizaban para llevar la cuenta del tiempo. El propio nombre de Luna es el de la diosa romana, Selene para los griegos (cuyo nombre parece provenir de selas, luz), e hicieron falta milenios para que alguien fuera más allá de la mitología para tratar de explicar su existencia y comportamiento.

¿Por qué brillaba? ¿Por qué su luz era variable y presentaba fases con una regularidad extraordinaria? La mente preclara del griego Anaxágoras dio respuesta a estas preguntas sin recurrir a la religión (que sepamos, fue el primero en hacerlo de una manera tan coherente): tanto la Luna como el Sol, según él, eran de forma esférica y de algún material rocoso. El primero estaba incandescente, pero la segunda no — brillaba porque refleja la luz del Sol, y las fases se debían a la posición relativa del Sol, la Tierra y la Luna.

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Luna en cuarto creciente. Versión a 2272×1074 px. Crédito: Wikipedia (dominio público).

Una perogrullada… pero es una conclusión alcanzada en el siglo V antes de nuestra era, sin un maldito telescopio, mientras todo el mundo a su alrededor sostenía que la Luna era una diosa y que el propio Anaxágoras era un hereje por sugerir otra cosa: de hecho, estuvo en la cárcel y el exilio, en parte por su postura racionalista en éste y otros aspectos. La capacidad de los griegos de mirar a su alrededor y llegar a conclusiones así como si tal cosa me pone los pelos de punta.

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Explicación de Anaxágoras de las fases lunares, desde la luna nueva (1) hasta la llena (5) y vuelta a empezar. Crédito: Wikipedia/GPL.

En cualquier caso, nuestro conocimiento sobre el satélite no avanzó mucho en los siglos posteriores a Anaxágoras: por una parte, era imposible ver alrededor de un 40% de su superficie (luego veremos por qué), y por otra no es fácil distinguir mucho sin la ayuda de algún instrumento óptico, y éstos aún estaban por llegar. Estaba claro para los científicos que la Luna era una gran esfera como lo era la propia Tierra, y el astrónomo griego Aristarco de Samos fue capaz de realizar estimaciones sorprendentemente precisas sobre su tamaño y distancia a la Tierra comparada con el Sol, pero era difícil ir más allá.

Hubo que esperar hasta el desarrollo del telescopio, y a que Galileo se pusiera a mirar el firmamento con él, destruyendo el paradigma geocéntrico del Universo (como ya mencionamos al hablar de la Tierra). Aparte de otras observaciones, el italiano dirigió su mirada, como no podía ser de otra manera, hacia nuestro satélite, y fue capaz de discernir la causa de los diferentes tonos de gris de la Luna — no se trataba, como habían sostenido otros durante siglos, de una esfera lisa y perfecta. A pesar de que, desde Aristóteles, se suponía que la imperfección y el cambio se limitaban a la Tierra, y que los objetos del firmamento eran perfectos e inmutables (aunque Aristóteles, que no era tonto, admitía que la Luna podía estar ligeramente “contaminada” por la corrupción terrestre), los ojos de Galileo vislumbraron por primera vez montañas, cráteres, llanuras… la Luna era muy parecida a la Tierra.

El genial italiano realizó entonces el primer dibujo más o menos detallado de la superficie de la Luna, que publicó en 1609 en su libro Sidereus Nuncius (El mensajero de las estrellas):

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Mapa de la Luna de Galileo.

No voy a repetir aquí los escozores que produjo este dibujo (aparte de muchos otros), ni de los problemas que causaron sus observaciones al bueno de Galileo: lo importante en lo que concierne al artículo de hoy es que nuestro conocimiento del satélite había dado un paso de gigante. Se trataba, al fin y al cabo, de una especie de mini-planeta. El telescopio de Galileo no permitía discernir si había vegetación, agua o vida, de modo que aún faltaba mucho por descubrir, pero a partir de ese momento la cosa avanzaría bastante deprisa.

Lo que estaba claro es que la superficie lunar tenía regiones muy extensas, aparentemente lisas, que eran de color más oscuro, y que los astrónomos denominaban maria (mares), y otras regiones más abruptas y montañosas de color más claro que se llamaron terrae (continentes). Aunque hoy sabemos, por supuesto, que no son una cosa ni la otra, se siguen utilizando los nombres por razones históricas.

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Mare Imbrium (Mar de las Lluvias). Apolo 15, la cuarta misión en posarse en la Luna, alunizó en la zona inferior de la foto.

Poco a poco, los astrónomos fueron catalogando y describiendo los accidentes geográficos de la Luna: Johannes Hevelius publicó su Selenographia en 1647, el primer libro dedicado exclusivamente a describir nuestro satélite, con el primer mapa propiamente dicho de la Luna, mucho más detallado que el de Galileo. Fue en 1753 cuando la mayor parte de la comunidad científica descartó la posibilidad de que hubiera vegetación y vida animal en la Luna: el croata Roger Joseph Boscovich, observando cuidadosamente el borde de la Luna y el paso de estrellas a través de él, determinó que carecía de atmósfera. Pero esto no descorazonó a los científicos, que seguían muy interesados en conocer más sobre el satélite, tuviera vida o no.

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Mapa de la Luna de Johannes Hevelius en su Selenographia (1647).

Algunos, desde luego, no se resignaban a descartar la vida en la Luna. El alemán Franz von Gruithuisen, el primero en sugerir que los cráteres lunares eran el resultado del impacto de meteoritos, sostenía en 1824 que la Luna albergaba ciudades en su superficie. Con su telescopio afirmaba ver ciudades con calles y edificios — pero, como digo, desde mediados del siglo XVII la mayor parte de los astrónomos ya se habían dado cuenta de que la Luna era un lugar rocoso y sin formas de vida superiores, y las ideas de Gruithuisen fueron recibidas con escepticismo y hasta burla. Su explicación sobre los cráteres, por el contrario, le proporcionó el honor de tener un cráter en la Luna con su nombre, el cráter Gruithuisen.

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Cráter Gruithuisen (imagen tomada por la misión Apolo 15). Crédito: NASA.

De modo que a comienzos del siglo XX conocíamos prácticamente todo lo que se puede conocer sobre la Luna sin llegar hasta ella: su distancia a la Tierra y su órbita, los movimientos que realiza alrededor de su eje, su tamaño y forma, su topografía (de la cara que podíamos ver, por supuesto)… Pueden parecer cosas básicas, pero seguro que alguna te sorprende.

La Luna se encuentra a unos 384 000 km de la Tierra, pero su órbita es una elipse, de modo que a veces se encuentra más cerca o más lejos de la Tierra. Esto era evidente para cualquier astrónomo que la observase con cuidado a lo largo del tiempo, puesto que su tamaño aparente varía, como puedes ver en la siguiente imagen:

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Tamaño de la Luna en su perigeo (izquierda) y apogeo (derecha). Crédito: Tomruen/Wikipedia (CC Attribution-Sharealike 3.0 License).

A partir del tamaño aparente de la Luna y de su distancia a la Tierra era posible también determinar con bastante precisión su tamaño: tiene un radio de unos 1 737 km, es decir, algo más de la cuarta parte que la Tierra. Puesto que el volumen de una esfera es proporcional al cubo del radio, esto significa que el volumen de la Luna es unas 50 veces más pequeño que el de la Tierra. Como veremos dentro de un momento, inevitablemente la Luna es bastante menos densa que la Tierra, de modo que su masa es aún menor comparada con la del planeta — es unas cien veces más ligera que la Tierra, con tan sólo 7,35·1022 kilos.

Sin embargo, aunque sea un objeto muy pequeño (astronómicamente hablando, se entiende), está tan cerca de nosotros que su influencia es bastante apreciable sobre nuestro planeta. Su efecto más conocido es el de provocar las mareas en los océanos terrestres y, aunque se trata de algo bien sabido por todos, no quiero dejar de mencionarlo porque hay algunas confusiones al respecto, sobre todo al considerar una explicación demasiado simplista de por qué se producen. Ya sé que el lema de El Tamiz es “antes simplista que incomprensible”, pero en este caso es posible explicar el fenómeno de forma relativamente sencilla sin inducir a error con una explicación incompleta.

Suele decirse que las mareas son movimientos de los océanos terrestres debido a la acción gravitatoria de la Luna, que “tira” hacia sí de la parte de la Tierra que mira hacia ella, de modo que la masa de agua de esa zona se eleva ligeramente, produciendo la marea alta. Sin embargo, como digo, esta explicación es incompleta: si sólo se tratase de eso, ¿por qué hay dos mareas altas y dos bajas cada día? ¿No debería haber una marea alta y una baja cada día, según nos encontremos mirando hacia la Luna o “de espaldas” a ella?

La cuestión está en que la Tierra y la Luna se mueven alrededor de su centro de masas común. Aunque la Luna es mucho más ligera que la Tierra, de modo que el centro de gravedad de los dos cuerpos está mucho más cerca del centro de la Tierra que del de la Luna (de hecho, está por debajo de la superficie terrestre), ambos cuerpos giran alrededor de ese punto común, como puedes ver en esta animación:

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La Tierra y la Luna en su movimiento alrededor del centro de masas.

Es como si la Tierra y la Luna fueran dos niños cogidos por las manos y corriendo uno alrededor del otro, sólo que uno de los niños es gordo y rollizo y el otro es un delgaducho, de modo que el delgaducho recorre más distancia que el rollizo, que casi se queda en el sitio, pero los dos dan cada vuelta al mismo tiempo.

Pero imagina una situación algo diferente: en vez de dos niños, se trata de dos globos llenos de agua, uno grande y otro pequeño, unidos por una cuerda y girando alrededor de un punto común, con la cuerda tensa. Fíjate (en tu imaginación, claro) en el globo grande, es decir, la Tierra: la parte que mira al globo pequeño es la que tiene atada la cuerda, de modo que está “estirada” hacia el globo pequeño. Ahí hay una marea alta o pleamar, que es la más intuitiva y la que suele explicarse fácilmente.

Pero en el lado opuesto del globo también hay marea alta. Puesto que el globo está girando, la parte de fuera también está “estirada” debido a la inercia, igual que el pelo del niño que gira en el ejemplo anterior se va hacia su espalda según gira. De modo que hay marea alta en dos lados opuestos: el que mira hacia la Luna (porque ésta “tira” de él hacia sí) y en el que está de espaldas a ella (debido a la inercia en el movimiento alrededor del centro de gravedad común).

La marea baja o bajamar se produce en las direcciones perpendiculares a las anteriores: por lo tanto, a lo largo de un día hay más o menos dos pleamares y dos bajamares, según la Tierra gira sobre su eje y el lugar en el que te encuentras “mira” hacia la Luna, está de espaldas a ella, etc.

El Sol, por cierto, también tiene un efecto sobre las mareas, aunque se encuentra tan lejos de nosotros que su influencia no es tan grande como la de nuestro satélite. Cuando la influencia de ambos se suma se produce lo que se denominan mareas vivas, y cuando las influencias son opuestas se producen las mareas muertas.

Lo que era también evidente desde el principio era que la Luna siempre muestra (más o menos, luego veremos por qué esto no es exactamente cierto) la misma cara hacia la Tierra, de modo que una gran parte de su superficie era invisible: dicho de otro modo, la Luna tarda lo mismo en dar una vuelta alrededor de su eje que lo que tarda en dar una vuelta alrededor de la Tierra. Tampoco fue muy complicado descubrir la razón de esta “coincidencia” que, por supuesto, no lo era — sólo hacía falta emplear la Ley de Gravitación Universal de Isaac Newton para obtener la respuesta.

Al principio, la Luna probablemente giraba bastante más rápido que ahora alrededor de su propio eje, pero desde el principio fue frenándose debido, curiosamente, a las mareas. Aunque solemos pensar en las mareas que produce la Luna sobre la Tierra, nuestro planeta también “estira” y “achata” al satélite: la cara que mira hacia la Tierra se “estira” hacia el planeta… pero la Luna está girando, de modo que esa parte “estirada” pronto se mueve y deja de mirar exactamente hacia la Tierra — el “pico” se encuentra un poco adelantado a favor de la rotación lunar.

Naturalmente, la marea va cambiando y la zona estirada también, pero tarda en hacerlo, y mientras tanto el “pico estirado” está algo por delante de la cara que mira hacia la Tierra en el sentido de giro de la Luna. Pero nuestro planeta tira, mediante la atracción gravitatoria, de ese “pico estirado” hacia sí, frenando muy ligeramente la rotación lunar. Este efecto, por supuesto, es minúsculo, pero al cabo de millones de años ha producido una sincronía entre la traslación y la rotación lunares: de ahí que siempre veamos (más o menos) la misma cara de la Luna. Lo mismo sucede con casi todos los cuerpos pequeños que orbitan cerca de otro mucho más grande, como veremos en posteriores capítulos de la serie.

Pero, como digo, no vemos siempre exactamente la misma cara, aunque mucha gente desconoce este hecho. Como he mencionado antes, en total vemos alrededor del 60% de la superficie lunar, pero si siempre nos mostrarse la misma superficie sólo seríamos capaces de ver la mitad. ¿De dónde sale ese 10% “extra?” Es posible que, si eres especialmente avezado, ya te huelas la respuesta — la culpa la tiene el hecho de que la órbita no es circular, sino elíptica.

En primer lugar, puesto que la Luna no siempre está a igual distancia de la Tierra, su velocidad alrededor de nosotros no siempre es la misma: cuando está pasando cerca se mueve más rápido, y cuando está lejos lo hace más despacio. Pero su velocidad de rotación alrededor de su eje siempre es la misma… con lo que cuando está cerca va descubriendo a nuestros ojos un poquito de la superficie que normalmente oculta por un lado (pues se traslada más rápido de lo que rota), y cuando está lejos hace lo mismo por el otro lado (pues rota más rápido de lo que se traslada). Este fenómeno se conoce como libración longitudinal.

Además, la órbita de la Luna no se encuentra sobre el plano de la eclíptica, sino que forma unos 5° con ella. Por lo tanto, según se mueve alrededor de la Tierra nos parece que su eje se bambolea hacia arriba y hacia abajo, lo que se conoce con el nombre de libración latitudinal. También hay un tercer tipo de libración, la libración diurna, que es una consecuencia de la rotación de la Tierra: nuestro planeta gira sobre su eje bastante más rápido que la Luna (un día comparado con casi un mes), de modo que a lo largo del día nos movemos respecto a la Luna, atisbando un poquito de superficie “extra” en ese movimiento.

Aquí tienes una animación que te dará una idea del efecto combinado de todas las libraciones, y cómo nos descubren un 10% más de Luna del que veríamos de otro modo. De paso puedes ver las fases lunares “en acción”:

Pero los efectos que producen la libración también tienen otra consecuencia muy interesante, que mencionamos de pasada al hablar sobre el período hadeico de la historia de la Tierra (¿recuerdas aquél dibujo del “infierno” con una Luna enorme en el cielo, que reproducimos de nuevo más abajo?): la Luna está ahora mucho más lejos de la Tierra de lo que estaba antes, y se aleja de nosotros todo el tiempo.

Si has entendido mi pobre explicación sobre la libración longitudinal, no deberías tener problemas para entender este segundo fenómeno. La Luna produce mareas sobre la Tierra, de modo que –por ejemplo– en el lugar de la Tierra que “mira hacia la Luna” hay marea alta (no sólo en el agua, la propia Tierra se estira ligeramente hacia el satélite). Pero, como en el caso de la Luna, la Tierra gira sobre sí misma antes de que la “parte estirada” pueda cambiar de sitio, de modo que esa “marea alta” se encuentra siempre algo adelantada en el giro terrestre… que es el mismo sentido de giro de la Luna alrededor de la Tierra.

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El Nacimiento de la Tierra, de Chesley Bonestell. Esto sí que es una luna llena.

La consecuencia es que la Luna no “ve” una Tierra esférica: ve un “pico estirado” un poco por delante en su giro alrededor del planeta, y ese “pico estirado” la atrae debido a la gravedad, acelerando su movimiento alrededor de la Tierra. Y, como cualquier satélite que se mueve más rápido que antes, empieza a alejarse del objeto alrededor del cual orbita. Esto lleva sucediendo continuamente desde la formación del satélite, y seguirá sucediendo durante bastantes millones de años más. Por supuesto, está sucediendo según lees este artículo, aunque el efecto sea lento — la Luna se aleja de la Tierra unos 3,8 centímetros cada año (cuando Neil Armstrong la pisó estaba unos dos metros más cerca que ahora, ¡claro, así cualquiera!).

Por cierto, puede que te preguntes (si tienes una base sólida en física) de dónde diablos sale el momento angular adicional que hace que la Luna se mueva más rápido alrededor de la Tierra, pues el momento angular total debe conservarse. La respuesta también lleva a una consecuencia curiosa de este efecto — el momento angular que gana la Luna en su traslación lo pierde la Tierra en su rotación. Dicho de otro modo, la Tierra acelera a la Luna a costa de frenarse en su giro… y cada vez giramos más despacio. Sí, la Tierra está frenando mientras lees estas líneas, pero no corras a mirar tu reloj: el día se alarga sólo unos 0,000017 segundos cada año. Una vez más, esto puede parecer poco, pero cuando los dinosaurios retozaban en nuestro planeta el día duraba sólo 23 horas, y en el futuro un día llegará a ser realmente largo.

Pero para conocer más sobre la naturaleza de nuestro satélite (¿cuál es su estructura? ¿cómo se formó? ¿existe agua en él? ¿qué hay en la “cara oculta”?) hacía falta acercarse a la Luna: y era absolutamente imposible en el siglo XIX, a pesar de que Julio Verne (y otros, como Tsiolkovsky) ya anduvieran pensando en cosas por el estilo. La ciencia debía esperar a la tecnología… y tuvo que esperar bastante. Nos acercaremos a la Luna hasta posarnos en ella y tocar el regolito, además de hablar de su estructura interna y su nacimiento e historia, en la segunda parte de este artículo, dentro de unos días.

Accede al resto de la serie desde aquí.

Vía: El Tamiz

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Nuevas galaxias "hobbit" descubiertas alrededor de la Vía Láctea

Un reciente sondeo del cielo ha producido ocho nuevos miembros en nuestro Grupo Local de galaxias, incluyendo una nueva clase de galaxias "hobbit" ultra-apagadas y las que podrían ser las galaxias más pequeñas jamás descubiertas.

El Grupo Local es una colección de aproximadamente 40 galaxias, donde la Vía Láctea y Andrómeda son los miembros dominantes. El resto de las galaxias son principalmente pequeños satélites conocidos como "galaxias enanas" que están enlazadas por gravedad con estas dos galaxias. Las Nubes Magallánicas, Grande y Pequeña, son dos de las galaxias enanas más conocidas de la Vía Láctea.

Las nuevas galaxias [imagen] fueron detectadas durante los dos años anteriores como parte del trabajo Sloan Digital Sky Survey (SDSS-II) y presentado la semana pasada en la 209ª reunión de la American Astronomic Society en Seattle.

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Los investigadores del Sloan Digital Sky Survey (SDSS-II) anunciaron el descubrimiento de ocho nuevas galaxias enanas, siete de ellas satélites que giran alrededor de la Vía Láctea. Parecen sistemas canibalizados por la Vía Láctea hace miles de millones de años y ayudan reducir la brecha entre la cantidad de satélites enanas observadas y las pronosticadas teóricamente.

Siete de las nuevas galaxias están enlazadas por gravedad a la Vía Láctea, mientras que la octava parece flotar libremente en el espacio, más allá de la atracción de nuestra galaxia.

Galaxias hobbit

Los nuevos miembros del Grupo Local son aun más pequeños y más apagados que otras galaxias enanas conocidas, con luminosidad que va desde apenas mil soles hasta unos cuantos miles.

"Parecen ser mucho más apagadas que lo que antes alguien sospechaba que las galaxias podían ser", dijo Daniel Zucker, miembro del equipo de estudio, de la Cambridge University. "De modo que más que galaxias enanas, quizás deberíamos llamarlas galaxias hobbit".

La falta de luminosidad podría ser el resultado de la edad estelar, ya que siete de las nuevas galaxias contienen mayormente estrellas viejas. De estas siete, dos están ubicadas en la constelación Canes Venatici, una en Bootes, una en Leo, una en Coma Berenices, una en Ursa Major y una en Hercules.

La octava galaxia y más recientemente descubierta es en muchos sentidos la más interesante. Apodada Leo T, está ubicada aproximadamente a 1,4 millones de años-luz de la Tierra, tan lejos que flota libremente en el espacio, imperturbada por la Vía Láctea.

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Uno de los hallazgos más intrigantes es Leo T, a unos 1,4 millones de años-luz, sobre el borde de la influencia gravitatoria de la Vía Láctea. A diferencia de los otros hallazgos, Leo T tiene una población de estrella viejas y jóvenes, y sus días de formar estrellas podrían no haber terminado.

A diferencia de las otras galaxias hobbit, Leo T incluye tanto estrellas viejas como jóvenes. También contiene grandes cantidades grandes de gas hidrógeno neutral, un ingrediente principal en la formación estelar, que sugiere que todavía es una madre activa.

Por su gran distancia, Leo T [imagen] es también la más apagada de las nuevas hobbit. "Es básicamente la galaxia formadora de estrellas más pequeña y más apagada que conocemos, según orden de magnitud", dijo Zucker.

Las actuales teorías de formación galáctica predicen que nuestra Vía Láctea debería estar rodeada por un enjambre de galaxias satélite más pequeñas. Pero hasta el nuevo sondeo, sólo doce habían sido identificadas. Los astrónomos han apodado al tema "el problema del satélite faltante".

Las nuevas galaxias podrían acortar el camino hacia la solución de este problema y podrían representar sólo la punta de un iceberg cósmico, dicen los investigadores.

"La Sloan Digital Sky Survey cubre apenas una quinta parte del cielo nocturno, de modo que debe haber muchas más enanas ahí afuera", dijo Wyn Evans, miembro del equipo de estudio, y también de la Cambridge University.

Fuente: Space. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard

Vía: Axxón

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Las leyes de la Tierra también se aplican en el Universo lejano

Límite duro sobre una constante fundamental a partir de observaciones moleculares en altos desplazamientos al rojo.

Las leyes de la naturaleza son las mismas en el universo lejano que aquí en la Tierra, de acuerdo con una nueva investigación llevada a cabo por un equipo internacional de astrónomos, incluyendo a Christian Henkel del Instituto Max Planck de Radioastronomía (MPIfR) en Bonn. Su investigación, publicada en Science demuestra que uno de los números más importantes de la física teórica, la razón de masa protón-electrón, es casi exactamente la misma en una galaxia a 6000 millones de años luz de distancia y en un laboratorio aquí en la Tierra - aproximadamente 1836,15.

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Figura 1: Observar la absorción molecular en galaxias lejanas usando la luz de un brillante quásar de fondo. Conforme la luz del quásar viaja hasta la Tierra, el Universo continúa expandiéndose, alargando la longitud de onda de la luz (se hace más roja cuando más largo es el viaje). En nuestras observaciones, la luz también sufre el efecto de lente gravitatoria (su camino está curvado) conforme pasa a través de una galaxia intermedia; cuando se hizo un mapa de radio del campo, aparecieron dos imágenes del quásar. No obstante, las nubes de absorción molecular están sólo en la línea de visión de una de las imágenes. Además, cuando se tomaron imágenes en muy alta resolución, se hicieron evidentes algunas estructuras – un núcleo (la parte más brillante de la imagen) y un chorro enredado que se extiende desde el núcleo del quásar. Es sólo en la dirección hacia el núcleo del quásar donde se piensa que ocurre la absorción. Imágenes: Telescope: N. Junkes; Radio insets: A. Biggs; Intervening galaxy: NASA, ESA, STScI & W. Keel; Quasar: NASA, ESA, STScI & E. Beckwith.

De acuerdo con Michael Murphy, astrofísico en Swinburne y autor principal del estudio, es un hallazgo importante, dado que muchos científicos debaten sobre si las leyes de la naturaleza pueden cambiar en distintas épocas y lugares del universo. “Hemos sido capaces de demostrar que las leyes de la física son las mismas en esta galaxia a mitad de camino del universo visible y aquí en la Tierra”, dijo.

Los astrónomos determinaron esto mirando hacia atrás en el tiempo hacia un quásar distante, conocido como B0218+367. La luz del quásar, que necesitó 7500 millones de años para llegar hasta nosotros, estaba parcialmente absorbida por gas de amoniaco en una galaxia intermedia. El amoniaco no es útil sólo en la mayoría de productos de limpieza de baño, es también una molécula ideal para probar nuestra comprensión de la física en el universo lejano. Las observaciones espectroscópicas de las moléculas de amoniaco se realizaron con el radiotelescopio Effelsberg de 100 metros a una longitud de onda de 2 cm (desplazada al rojo de la longitud de onda original de 1,3 cm). Las longitudes de onda a las que el amoniaco absorbe la energía de radio del quásar son sensibles a este especial número físico nuclear, la razón de la masa protón-electrón.

“Comparando la absorción de amoniaco con la de otras moléculas, fuimos capaces de determinar el valor de la razón de masa protón-electrón en esa galaxia, y confirmar que es la misma que en la Tierra”, dice Christian Henkel del MPIfR, experto en espectroscopia y coautor del estudio.

El objetivo de los astrónomos es continuar probando las leyes de la naturaleza en tantos lugares y momentos del universo como sea posible, para ver cómo d bien se mantienen las leyes de la naturaleza en estas situaciones no comprobadas. Para esto, necesitarán localizar más galaxias absorbentes. La galaxia estudiada, B0218+367, es el único objetivo para este tipo de investigación hasta el momento. Debe haber muchas más galaxias objetivo ahí fuera, tan pronto como los telescopios adecuados las encuentren estarán disponibles.

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Figura 2: Mapa de contorno de radio del quásar B0218+367 a aproximadamente 7500 millones de años luz de distancia. La galaxia que contiene moléculas que absorben el amoniaco se encuentra a 6000 millones de años luz de distancia y, aunque no se ve en el mapa de radio, ejerce el efecto de lente gravitatoria sobre la luz del quásar de fondo para producir dos imágenes del brillante quásar en el cielo (círculos rojos grandes). El tamaño físico de la imagen (a la distancia de la galaxia de absorción) es de aproximadamente 19 000 años luz de diámetro. Imagen: Andi Biggs (MERLIN Image).

De acuerdo con Murphy, este problema podría solventarse con el proyecto del telescopio del Conjunto del Kilómetro Cuadrado (SKA). “El SKA es el proyecto de telescopio internacional más ambicioso y grande jamás concebido. Cuando esté completo tendrán una enorme área de recolección, y nos permitirá buscar más galaxias absorbentes”. La localización del SKA, que tiene como preseleccionados a Australia Occidental y Sudáfrica, se anunciará en los próximos dos años.

Continuando con su investigación en las fuerzas de la naturaleza, los astrónomos esperan encontrar una ventana a las dimensiones extra del espacio que muchos físicos teóricos creen que existen.


Fecha Original: 19 de junio de 2008
Enlace Original

Vía: Ciencia Kanija

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29 agosto 2008

Una galaxia gigante en el centro de Perseo

El Observatorio de rayos-X Chandra nos presenta una composición de imagen de la galaxia activa NGC 1275.

La misma es también conocida como una fuente de radio (Perseus A) y un fuerte emisor de rayos-X debido a la presencia de un agujero negro en el centro de la galaxia.

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Crédito: X-ray: NASA/CXC/IoA/A.Fabian et al.; Radio: NRAO/VLA/G. Taylor; Optical: NASA/ESA/Hubble Heritage (STScI/AURA) & Univ. of Cambridge/IoA/A. Fabian

La galaxia yace en el centro de un cúmulo de galaxias conocido como Perseo. Recientemente hablábamos de esta galaxia debido a un nuevo estudio sobre sus filamentos de gas realizado con el Telescopio Espacial Hubble. (Ver "Los gigantescos filamentos de NGC 1275") Al combinar imágenes de varias longitudes de onda en una composición, la dinámica de la galaxia es más fácilmente visible. Los datos en longitudes de onda de rayos-X, óptico y de radio se combinan en un imagen estéticamente agradable, pero que también describe la violencia de los eventos en el corazón de la galaxia.

Se usaron datos del Observatorio de rayos-X Chandra (energías de rayos-X desde 0.3-7keV, en violeta); datos del Telescopio Espacial Hubble, de su Cámara Avanzada para Sondeos (cubren longitudes ópticas en verde, rojo y azul); y datos de radio, del Very Large Array de NRAO, a 328 Mhz, de color rosa en la imagen.

En la composición, los datos de rayos-X contribuyen a las burbujas lilas alrededor de las afueras del centro. Los lóbulos rosados hacia el centro de la galaxia son de radio frecuencias. La emisión de radio, que siguen los jets del agujero negro, llenan las cavidades de rayos-X. Los enderos de polvo, regiones de formación estelar, filamentos de hidrógeno, estrellas y galaxias de fondo son contribuciones de los datos ópticos de Hubble.

NGC 1275 son en realidad dos galaxias, una de las cuales se encuentra en segundo plano (la galaxia elíptica) y por delante hay una galaxia espiral. Yacen a unos 235 millones de años luz (72 Mpcs).


Fuentes y links relacionados

Vía: Noticias del Cosmos

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Estrella muerta emite brillo

El resplandor de la Nebulosa del Cangrejo, un espectacular y colorido objeto famoso por las imágenes del Telescopio Espacial Hubble, representa los restos dejador por una explosión de supernova observada por astrónomos chinos y árabes en el año 1054 d.C. La estrella que estalló aún está ahí, pero ahora en forma de un denso púlsar giratorio que emite radiación como un faro.

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Ahora los científicos han descubierto rayos gamma de alta energía cerca del púlsar que oscilan en alineación con el giro de la estrella. El hallazgo puede arrojar luz sobre el intenso entorno en las profundidades de la Nebulosa del Cangrejo.

Cuando murió, la estrella que creó la Nebulosa del Cangrejo había agotado su combustible para las reacciones nucleares, por lo que colapsó bajo su propia gravedad en una forma condensada de estrella de neutrones (están hechas sólo de neutrones – ni protones ni electrones). La explosión expulsó las capas exteriores de la estrella para formar la nebulosa de gas visible a los telescopios actuales. La estrella de neutrones es conocida como púlsar debido a los pulsos de luz que vemos cuando gira, y está rodeada de una red de veloces partículas y campos electromagnéticos.

“Principalmente, tratamos de comprender los campos magnéticos alrededor del púlsar y los mecanismos de emisión que crean los pulsos”, dijo el investigador David J. Clark, astrofísico de la Universidad de Southampton en el Reino Unido. “Los rayos gamma que encontramos se producen en esta nube de partículas de alta velocidad que orbitan alrededor del púlsar”.

Los investigadores, liderados por Anthony Dean de la Universidad de Southampton, encontraron que los rayos gamma están polarizados, lo que significa que sus campos eléctricos se mueven arriba y abajo en una dirección, que además es la misma dirección que el eje de giro del púlsar. Esto dice a los científicos que la luz se produce cerca del púlsar.

El estudio, patrocinado por la Agencia Espacial Italiana y el Consejo de Patrocinio Científico y Tecnológico del Reino Unido, se detalla en el ejemplar del 29 de agosto de la revista Science.

El descubrimiento está “arrojando pistas sobre los procesos y mecanismos implicados en hacer que una estrella muerta sea tan activa”, escribió Annalisa Celotti en el comentario de un artículo en el mismo ejemplar de Science. Celotti es astrofísico en la Escuela Internacional para Estudios Avanzados en Italia, quien no estuvo implicada en la investigación. “El alto grado y dirección de polarización en las altas energías informadas por Dean et al. Proporcionan una información valiosa de la aceleración de las partículas y sobre la estructura del campo magnético asociado con el púlsar”.

Aprender más sobre los sistemas de la Nebulosa del Cangrejo ayuda a los científicos a descubrir el complejo funcionamiento de los púlsares en general. El Cangrejo, situado a aproximadamente 6500 años luz de la Tierra en la constelación de Tauro, es el púlsar más brillante de los alrededores, por lo que es el más fácil de estudiar.

“Este es el objeto más brillante del cielo en rayos gamma, aquél para el que tenemos más cantidad de datos”, dijo Clark a SPACE.com. “De entre las cosas importantes lo primero es medir la polarización real, debido a que no hemos sido capaces de medir la polarización con un buen grado de precisión hasta ahora”.

Las recientes medidas llegan gracias al satélite Laboratorio Astrofísico de Rayos Gamma Internacional de la Agencia Espacial Europea, que observa el cielo en rayos gamma.


Autor: Clara Moskowitz
Fecha Original: 28 de agosto de 2008
Enlace Original

Vía: Ciencia Kanija

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Potente colisión cósmica crea un divorcio de materia

Una fusión violenta entre dos cúmulos galácticos parece haber separado materia común a partir de materia oscura.

El Telescopio Espacial Hubble de la NASA y el Observatorio de Rayos-X Chandra muestran materia oscura de cada cúmulo pareciendo pasar a través del jaleo cósmico indemne, dejando materia común tras de sí en el choque galáctico.

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Nadie sabe qué es la materia oscura, y nunca ha sido detectada de forma directa. Su misteriosa presencia se conoce a través de las observaciones de cómo afecta a la materia común o a la luz, la cual puede curvarse por la gravedad. Los astrónomos dicen que la materia oscura forma hasta un 90% de la materia de todo el universo.

Hubble ayudó a cartografiar la distribución de materia oscura en la colisión observando la curvatura de la luz alrededor de áreas con materia oscura. Chandra observó rayos-X procedentes del gas caliente que forma el grueso de materia común en los cúmulos.

Las últimas observaciones del cúmulo MCSJ0025 parecen respaldar hallazgos anteriores de otras colisiones cósmicas en lo que se conoce como Cúmulo Bala. Tal impacto también separó materia normal y oscura y mostró dicha separación forzosa.

La misma separación sugiere que las partículas de materia oscura interactúan sólo débilmente aparte de la influencia gravitatoria, dado que pasan a través de la zona de colisión con pocos efectos visibles.

El equipo de investigación también estimó la distribución de masa tanto de la materia común como oscura usando las imágenes de luz visible de Hubble. Cada cúmulo ostenta casi mil billones de veces la masa del Sol.

Los resultados del nuevo estudio de la colisión, una escena a aproximadamente 5700 millones de años luz y que implica velocidades de millones de kilómetros por hora, se detalla en un próximo ejemplar de The Astrophysical Journal.


Autor: Plantilla de SPACE.com
Fecha Original: 27 de agosto de 2008
Enlace Original

Vía: Ciencia Kanija

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Sorpresa galáctica arroja luz sobre la materia oscura

Un estudio de pequeñas galaxias que orbitan alrededor de la Vía Láctea encontró que aunque varían drásticamente en brillo, todas están sorprendentemente empaquetadas con aproximadamente la misma masa. El trabajo sugiere que existe un tamaño mínimo para las galaxias, y podría arrojar luz sobre la misteriosa materia oscura.

Girando alrededor de la Vía Láctea hay al menos 23 galaxias de tamaño diminuto, cada una de ellas brillando con la luz de entre miles y miles de millones de soles. Aunque cada una de estas galaxias es muy tenue comparada con las galaxias grandes como la nuestra, se expanden a lo largo de un gran rango de brillo.

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Los astrónomos liderados por Louis Strigari de la Universidad de California en Irvine estudiaron los movimientos de las estrellas individuales en las galaxias satélite para determinar la masa de cada galaxia.

“Lo que hemos encontrado era asombroso, que todas tuvieran la misma masa”, dijo el investigador James Bullock, astrofísico en UC Irvine. “No es lo que estábamos esperando — nos ha pillado verdaderamente desprevenidos”.

Cargado con materia oscura

Los hallazgos podrían explicar el misterioso material conocido como materia oscura y cómo afecta a la formación de galaxias. Nadie sabe lo que es la materia oscura, pero su presencia se revela por la gravedad que no está producida por la materia común que podemos ver.

A pesar de su amplio rango de brillo, todas las 23 galaxias satélite alrededor de la Vía Láctea parecen tener una masa central de 10 millones de veces la del Sol. Y lo que es más, casi toda esa masa para estar hecha de materia oscura, con sólo una minúscula porción de materia visible produciendo las estrellas.

“Estas son, de lejos, las galaxias más tenues que jamás se han descubierto, y la menos luminosa de ellas es la que tiene un mayor predominio de materia oscura de las que conocemos”, dijo Bullock a SPACE.com.

Aunque se califican como galaxias, los satélites no tienen espirales en forma de molinillo como la Vía Láctea y sus primos. En lugar de esto, las galaxias enanas se ven más difusas, como hinchadas bolas de luz.

Pozos de materia oscura

El hecho de que estas galaxias, las más pequeñas jamás vistas, tengan el mismo peso puede significar que existe un umbral mínimo para la masa de las galaxias. Aunque sobre por qué debería haber un tamaño galáctico mínimo, “Tengo que decir que ahora mismo estamos totalmente perdidos”, dijo Bullock.

Los investigadores tienen algunas ideas, no obstante.

Por una parte, puede que no existan cúmulos de materia oscura menores que esas galaxias, y su tamaño representa la masa crítica necesaria para que la materia oscura se condense en un cúmulo.

“Puede que tengamos un límite en cómo puede agruparse la materia oscura, y si esto es cierto, puede que nos diga algo sobre la propia partícula de la materia oscura”, dijo Bullock.

Otra opinión es que la materia oscura puede formar cúmulos menores que estos, pero entonces no puede generar galaxias visibles, comenta. Tal vez el proceso de formación galáctica, que no se comprende aún por completo, depende de tener una masa mínima con la que comenzar.

“Se puede pensar en un cúmulo de materia oscura como en un pozo, y cuando más masivo es el cúmulo, más profundo es el pozo, y más difícil es para la materia normal salir fuera del mismo”, dijo Bullock. “Podría haber cúmulos menores, pero sus pozos son tan poco profundos que cualquiero materia norma simplemente saldría fuera”.

La caza de la materia oscura

Los astrónomos quieren realizar mayores investigaciones, tales como estudios detallados de las galaxias satélite alrededor de nuestra vecina, la galaxia Andrómeda, para estudiar el alcance del descubrimiento.

“Queremos descubrir si lo que estamos aprendiendo es realmente un límite a cómo de masivos pueden ser los cúmulos de materia oscura, o sólo un límite a la masa de las galaxias”, dijo Bullock.

Los investigadores esperan que combinando estos hallazgos con nuevas observaciones y predicciones realizadas por modelos teóricos de materia oscura, los científicos puedan finalmente llegar al fondo de lo que es la materia oscura.

Por lo pronto, el descubrimiento ya ha generado algunas preguntas nuevas.

“Estos son resultados muy intrigantes, sin duda”, dijo Savvas Koushiappas, físico en la Universidad Brown que no estuvo implicado en el estudio. “Lo que encuentro realmente desconcertante es, bueno, ¿qué nos dice esto sobre la física. ¿Es realmente un problema con la formación de galaxias, o es algo referente a algo más fundamental sobre la materia oscura? Es un resultado muy interesante y merece atención, y algo nuevo sobre lo que pensar. Tenemos mucho trabajo por hacer”.

Los científicos detallan sus hallazgos en el ejemplar del 28 de agosto de la revista Nature.


Autor: Clara Moskowitz
Fecha Original: 27 de agosto de 2008
Enlace Original

Vía: Ciencia Kanija

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27 agosto 2008

Diez misterios del Sistema Solar (2)

Universe Today y Ian O’Neill nos ofrecen una lista tan antojadiza como intrigante de preguntas científicas sobre nuestro vecindario espacial que todavía siguen en busca de respuesta. He aquí la segunda parte del artículo con las últimas cinco de ellas (o mejor dicho, con las cinco primeras, ya que la cuenta es regresiva).

5 – El calentamiento de la corona solar

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Rizos en la corona solar fotografiados por TRACE en 171 Angstroms (un millón de grados centígrados).

© NASA/TRACE

¿Por qué la atmósfera del Sol está más caliente que su superficie?

Esta es una cuestión que ha confundido a los físicos solares por más de medio siglo. Las primeras observaciones espectroscópicas revelaron algo asombroso: la atmósfera del Sol es más caliente que la fotosfera. De hecho, es tan caliente que se la puede comparar con las temperaturas que se encuentran en el centro del Sol.

¿Pero cómo puede ser esto? Si se enciende una lámpara eléctrica, el aire que rodea al bulbo de vidrio no estará más caliente que el propio vidrio; cuanto más nos acerquemos a la fuente de calor, la temperatura aumenta, no disminuye.

Pero eso es exactamente lo que sucede con el Sol, la fotosfera tiene una temperatura de unos 6 000 grados Kelvin, mientras que el plasma que se encuentra a unos pocos miles de kilómetros sobre la fotosfera tiene más de un millón de grados Kelvin. Como se puede apreciar, parecería que las leyes de la física son violadas.

Sin embargo, los físicos solares se están acercando a lo que podría ser la causa de este misterioso calentamiento coronal. A medida que mejoran las técnicas de observación y los modelos teóricos se hacen más sofisticados, la atmósfera solar puede ser estudiada con una profundidad sin precedentes.

Ahora se cree que el mecanismo de calentamiento coronal puede ser una combinación de efectos magnéticos en la atmósfera solar. Hay dos candidatos principales para este calentamiento: las nanollamaradas y el calentamiento ondulatorio. Yo he sido un gran propulsor de las teorías de calentamiento ondulatorio (una parte principal de mi investigación ha estado dedicada a la simulación de interacciones de ondas magnetohidrodinámicas a lo largo de los rizos coronales), pero hay una fuerte evidencia de que las nanollamaradas también tienen influencia sobre el calentamiento coronal, posiblemente trabajando en tándem con el calentamiento ondulatorio.

Aunque estamos bastante seguros de que el calentamiento ondulatorio y/o las nanollamaradas pueden ser las causas, hasta que hayamos colocado una sonda en la corona solar (algo que actualmente está bajo planificación con la misión Sonda Solar) y tomado mediciones in-situ del medioambiente coronal, no estaremos seguros de qué es lo que caliente a la corona.

4 – El polvo de los cometas

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Cometas: ¿de dónde proviene su polvo?

© Universe Today

¿Cómo es que el polvo formado a temperaturas intensas aparece en los cometas helados?

Los cometas son los nómadas helados del sistema solar. Aunque han evolucionado en los confines del espacio, en el Cinturón de Kuiper o en la misteriosa región denominada como la Nube de Oort, ocasionalmente estos cuerpos son despedidos y caen bajo el débil tirón gravitatorio del Sol.

A medida que caen hacia el sistema solar interior, el calor del Sol hace que el hielo se evapore, creando una cola cometaria conocida como “coma”. Muchos cometas caen directamente en el Sol, pero otros más afortunados alcanzan a completar una órbita de corto período (si se originaron en el Cinturón de Kuiper) o de período largo (si provienen de la Nube de Oort) alrededor de nuestra estrella.

Pero algo extraño fue descubierto en el polvo recogido en 2004 por la misión Stardust de la NASA al cometa Wild-2. Gránulos de polvo proveniente de este cuerpo congelado parecen haberse formado a altas temperaturas. Se piensa que el cometa Wild-2 se originó y evolucionó en el Cinturón de Kuiper, de modo que ¿cómo puede ser que estas muestras diminutas se hayan formado en un medioambiente con una temperatura superior a los 1 000 grados Kelvin?

El sistema solar evolucionó hace unos 4 600 millones de años a partir de una nebulosa y formó un gran disco de acreción a medida que se fue enfriando. Las muestras recogidas en Wild-2 únicamente pueden haberse formado en la región central del disco de acreción, cerca del Sol joven, y de alguna manera algo las transportó a los confines del sistema solar, hasta llegar finalmente al Cinturón de Kuiper.

¿Pero qué mecanismo pudo hacer algo así? No estamos completamente seguros al respecto.

3 – El Precipicio de Kuiper

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El Cinturón de Kuiper

© Don Dixon

¿Por qué el Cinturón de Kuiper tiene un límite tan abrupto?

El Cinturón de Kuiper es una vasta región del sistema solar que forma un anillo alrededor del Sol, justo más allá de la órbita de Neptuno. Es algo parecido al cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, pero contiene millones de pequeños cuerpos rocosos y metálicos y es unas 200 veces más masivo.

También contiene una gran cantidad de hielos de agua, metano y amonio, los constituyentes de los núcleos cometarios que allí se generan. También es conocido por su “planeta enano”, Plutón, y más recientemente por su pariente “plutoide” Makemake.

El Cinturón de Kuiper sigue siendo una región bastante inexplorada del sistema solar (esperamos con impaciencia la llegada allí en 2015 de la misión New Horizons de la NASA), pero ya nos ha presentado algo así como un acertijo. La población de Objetos del Cinturón de Kuiper (KBOs, por sus siglas en inglés) desciende abruptamente a una distancia de unas 50 Unidades Astronómicas del Sol.

Esto resulta bastante extraño, ya que los modelos teóricos predicen un aumento en el número de KBOs más allá de ese punto. Este descenso en el número de objetos es tan dramático que este rasgo ha sido bautizado como el “Precipicio de Kuiper”.

Actualmente no tenemos ninguna explicación para el Precipicio de Kuiper, pero hay algunas teorías.

Una idea es que, de hecho, hay muchos KBOs más allá de las 50 UA, pero que por alguna razón no se acretaron para formar objetos más grandes, y por lo tanto no pueden ser observados.

Otra idea más controversial es que los KBOs más allá del Precipicio de Kuiper han sido barridos por un cuerpo planetario, posiblemente del tamaño de Marte o de la Tierra. Muchos astrónomos arguyen contra ella citando la inexistencia de evidencia observacional sobre algo tan grande que orbite más allá del Cinturón de Kuiper. Sin embargo, esta teoría planetaria ha resultado muy útil para los agoreros de la destrucción, proporcionándoles “evidencia” de la existencia de “Nibiru”, o “Planeta X”. Si en realidad hay allí algún planeta, no es ciertamente un “correo entrante” y seguramente no estará frente a nuestras puertas en 2012.

De modo que, y en pocas palabras, no tenemos idea de porqué existe el Precipicio de Kuiper…

2 – La anomalía Pioneer

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Representación artística de la sonda Pioneer 10.

© NASA

¿Por qué las sondas Pioneer están apartándose de su curso?

Este es un asunto que ha dejado perplejos a los astrofísicos, y probablemente sea la cuestión más difícil de responder en las observaciones del sistema solar.

Las Pioneer 10 y 11 fueron lanzadas en 1972 y 1973 para estudiar los confines del sistema solar. A lo largo de su travesía, los científicos de la NASA notaron que ambas sondas estaban experimentando algo extraño; sufrían una inesperada aceleración hacia el Sol que las desviaba de su curso.

Aunque esta desviación no era muy grande para los estándares astronómicos (386 000 kilómetros de deriva después de 10 000 millones de kilómetros de viaje), era sin embargo toda una desviación y los astrofísicos no pueden explicar qué es lo que está sucediendo.

Una hipótesis principal sospecha que la radiación infrarroja no-uniforme alrededor del cuerpo de las sondas (proveniente del isótopo radiactivo de plutonio de sus Generadores Termoeléctricos Radioisotópicos) puede estar emitiendo fotones preferencialmente de un lado, dando un pequeño empuje hacia el Sol.

Otras teorías son un poco más exóticas. Quizás la teoría general de la relatividad de Einstein deba ser modificada para los largos viajes espaciales. O quizás la materia oscura tenga algo que ver, produciendo un efecto enlentecedor en las naves Pioneer.

Hasta ahora, solamente un 30% de la desviación puede ser explicada por la teoría de la distribución no-uniforme de calor, y los científicos realmente no pueden hallar una respuesta obvia.

1 – La Nube de Oort

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Representación artística de la Nube de Oort.

© NASA/JPL

¿Cómo sabemos que existe la Nube de Oort?

En lo que tiene que ver con los misterios del sistema solar, la anomalía Pioneer es un hueso duro de roer, pero desde mi punto de vista la Nube de Oort representa el mayor misterio de todos. ¿Por qué? Pues porque nunca la hemos visto, es una región hipotética del espacio.

Al menos, en el caso del Cinturón de Kuiper, podemos observar los KBOs más grandes y sabemos dónde está, pero la Nube de Oort está demasiado lejos (si es que realmente está allí).

En primer lugar, se predice que la Nube de Oort se encuentra a más de 50 000 UA del Sol (es decir, casi un año-luz), lo que significa aproximadamente un 25% de la distancia hasta nuestra vecina estelar más cercana, Próxima Centauri. Por lo tanto, la Nube de Oort se encuentra muy, muy lejos.

Los bordes más lejanos de la Nube de Oort son en buena medida los confines del sistema solar, y a esta distancia los miles de millones de objetos de la Nube se encuentran muy escasamente unidos gravitatoriamente al Sol. Por lo tanto, pueden ser influenciados dramáticamente por el pasaje de otras estrellas cercanas. Se cree que estos trastornos de la Nube pueden hacer que cuerpos helados caigan periódicamente hacia el interior del sistema, creando así los cometas de período largo (como el cometa de Halley, por ejemplo).

De hecho, esta es la única razón por la cual los astrónomos creen que existe la Nube de Oort, como la fuente de cometas helados de período largo que tienen órbitas altamente excéntricas y que surgen de regiones de fuera del plano de la eclíptica. Esto también sugiere que la nube rodea al sistema solar y que no se encuentra confinada a un cinturón alrededor de la eclíptica.

De modo que la Nube de Oort parece estar allí, pero no podemos observarla directamente. En mis libros, este es el mayor misterio de las regiones exteriores de nuestro sistema solar…

La primera parte de este artículo puede leerse aquí.

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Artículo original: “Ten Mysteries of the Solar System”
Autor: Ian O´Neill
Fecha: Agosto 18, 2008
Enlace con el artículo original:
aquí

Vía: El atril orador

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