"El Cosmos está constituido por todo lo que es, lo que ha sido o lo que será" Carl Sagan

25 septiembre 2008

Pruebas de meteoritos asestan un golpe a la panspermia

Un nuevo experimento ha asestado un golpe a la teoría de que la vida en la Tierra puedo estar desencadenada por bacterias que hicieron autostop en rocas espaciales.

La hipótesis de la ‘panspermia’ es que las células fueron transportadas a la joven Tierra a bordo de rocas que fueron expulsadas de otros planetas o que procedían de otro sistema estelar.

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Fritura de bacterias: Muestras fósiles y vivas de bacterias fueran adheridas al escudo térmico de la nave Foton M3 de la ESA. Crédito: ESA

La teoría ganó notoriedad en 1996 cuando un grupo de científicos de los Estados Unidos propusieron que un famoso meteorito de la Antártica tenía restos de bacterias fosilizadas que una vez vivieron en Marte.

Meteoritos artificiales

Buscando para aprender más, la Agencia Espacial Europea (ESA) ideó meteoritos artificiales para ver qué sucedía cuando las rocas que portan fósiles y bacterias vivas son expuestos al feroz calor de la entrada en la atmósfera de la Tierra.

En la investigación revelado hoy, en el Congreso Europeo de Ciencias Planetarias en Muenster, Alemania, el equipo informa que han unido pequeñas rocas, de dos centímetros de grosor, a la cápsula no tripulada Foton M3 de la ESA. Fue lanzada en septiembre de 2007 y volvió a la Tierra 12 días más tarde.

Las muestras fueron incrustadas en el escudo térmico de la cápsula, la cual alcanzó un pico de velocidad de 27 200 km/h durante el descenso controlado. Una muestra comprendía una pieza de roca sedimentaria de 3500 millones de años procedente de Pilbara, Australia, que contenía microfósiles carbonáceos.

La otra fue un trozo de roca sedimentaria lacustre procedente de las Islas Orkney, en Escocia, que contenía rastros químicos de organismos pasados.

Gérmenes resistentes

El parte posterior de ambas rocas fue embadurnado con una bacteria viva conocida como Chroococcidiopsis – una especie primitiva resistente que vive bajo las rocas del desierto, sobreviviendo en diminutas gotas de humedad. Algunos científicos lo han considerado, o a algún pariente de los mismos, como un buen candidato para ser un germen marciano.

Recuperada y analizada tras el retorno, la muestra de Pilbara se encontró que estaba cubierta con una “corteza de fusión” blanca cremosa de aproximadamente medio milímetro de grosor, pero, bajo la misma, los microfósiles estaban intactos.

La muestra de Orkney perdió casi un tercio de su masa, pero el resto sobrevivió, así como sus biomoléculas.

Pero hubo malas noticias para la Chroococcidiopsis. Los bichos quedaron reducidos a cenizas, aunque su contorno carbonizado quedó intacto.

“El experimento STONE-6 sugiere que, si meteoritos sedimentarios trajeron trazas de vida pasada, estas trazas podrían haber sido transportadas sanas y salvas a la Tierra”, dijo la investigadora Frances Westall, del Centro Molecular de Biofísica en Orleans, Francia.

Rocas marcianas

“No obstante, los resultados son más problemáticos cuando los aplicamos a la panspermia”, dijo. “STONE-6 demostró que al menos dos centímetros de roca no son suficientes para proteger a los organismos durante la entrada atmosférica”.

Hasta ahora se han encontrado 39 meteoritos en la Tierra a los que se ha atribuido, a través de su firma química, un origen marciano.

La idea es que fueron arrancados del planeta en un pasado lejano por un impacto de asteroide. Vagaron por el espacio antes de aterrizar aquí. Pero todos estos meteoritos son de origen basáltico o volcánico.

Hallazgo sorprendente

Ninguno es sedimentario, un término que se aplica a las rocas que son depositadas en lechos o estratos como resultado de la acción del viento, el agua o la gravedad. Esto ha dejado perplejos a los científicos, dado que hay una evidencia de abundantes sedimentos en el Planeta Rojo.

Los resultados del experimento STONE-6, sin embargo, muestran que las rocas sedimentarias marcianas podrían sobrevivir a una entrada a través de la atmósfera de la Tierra.

La cápsula Foton M3 generó temperaturas de alrededor de 1700 ºC, aunque su velocidad era algo más lenta que la de un meteorito. Los meteoritos alcanzan una velocidad de entre 42 800 a 53 600 km/h, dependiendo de su ángulo de descenso. Un tercer trozo de roca, una muestra de control de basalto, se perdió durante el descenso.


Fecha Original: 25 de septiembre de 2008
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Vía: Ciencia Kanija

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