Con temperaturas medias de -260 grados Fahrenheit, una atmósfera casi inexistente y una compleja telaraña de grietas en una capa de hielo que abarca toda la superficie, el ambiente en Europa, la luna de Júpiter, es tan extraño como ninguno
También lo son las enormes fuerzas detrás de la superficie, a saber: un océano debajo del hielo nueve veces más profundo que la fosa oceánica más profunda y efectos gravitatorios de un planeta con una masa 318 veces mayor que la de la Tierra.
Durante casi una década, ha sido la pasión de Simon Kattenhorn comprender las asombrosas características superficiales de Europa y cómo se forman. Y respaldada por las nuevas subvenciones de la NASA, su investigación puede proveer pistas de una de las mayores preguntas de la humanidad: ¿Hay vida fuera de la Tierra?
Kattenhorn, profesor adjunto de geología en la Universidad de Idaho, se complace en examinar minuciosamente la hermosa y compleja red de grietas, fallas y crestas sobre la superficie de la cuarta luna de Júpiter. La primera de sus dos recientes subvenciones que totalizan 358.000 dólares le permitirá estudiar las características geológicas más recientes sobre las fotos de alta resolución de Europa que la NASA tiene para ofrecer. Estas grietas sutiles revelarán si hay alguna actividad geológica actual sobre la distante luna, que sería el mejor lugar donde buscar señales de vida también.
"Para llegar realmente a la cuestión de si ¿Hay vida ahí afuera?, tenemos que conocer el mejor lugar donde mirar", dijo Kattenhorn, quien en este momento también está escribiendo un capítulo para un libro sobre la Luna. "Y en el caso de Europa, el mejor lugar donde mirar es donde las grietas de la superficie helada están activas hoy".
Pero encontrar señales de actividad geológica actual no es una tarea fácil. Kattenhorn puede hablar mucho de las grietas porque ellas forman patrones muy específicos que le permiten desentrañar sus respectivas edades. Su objetivo en este proyecto es encontrar las grietas más jóvenes y compararlas con la fuerza de mareas que Europa estaría experimentando hoy para ver si las características y las fuerzas recientes coinciden.
Aunque hay algún debate sobre el espesor de la cáscara exterior de hielo de Europa -algunos dicen más de 20 millas y otros alegan que apenas unas pocas- todos están en general de acuerdo en que cubre un océano de más de 60 millas de profundidad. Esto significa que aunque Europa tiene el tamaño de nuestra Luna, tiene más agua que la Tierra.
Cuando la luna gira alrededor de Júpiter, se acerca y se aleja del planeta gigante, y cambia la cantidad de atracción gravitacional que experimenta. El resultado es que la luna es constantemente apretada y soltada, como un globo lleno de agua, lo que produce grietas y fisuras, y plantea la cuestión de la posibilidad de géiseres, como los que recientemente se detectaron en Encelado, la luna de Saturno.
Las fotos recientes de la sonda espacial Cassini al pasar por Encelado revelaron asombrosas plumas de agua-hielo que salían como chorros al espacio. El descubrimiento lanzó una ráfaga de emoción y actividad sobre la comunidad académica, incluso sobre Kattenhorn, cuya segunda subvención de la NASA le permitirá aplicar lo que haya aprendido de Europa a los estudios sobre Encelado.
El descubrimiento también condujo a un renovado vigor por estudiar y explorar Europa para averiguar si podían estar ocurriendo procesos activos similares.
"Esta investigación alimenta esa necesidad que tengo como geólogo y como persona de ser explorador, ser aventurero, ver cosas que nunca nadie jamás ha visto antes y comprender cosas que nadie más ha comprendido antes", dijo Kattenhorn sobre su investigación en las dos lunas. "Y el Sistema Solar es un gran lugar para hacerlo, porque hay algunas cosas -como las plumas de Encelado- que realmente estamos viendo por primera vez".
Hace apenas unas décadas, nadie habría creído que cualquier forma de vida podía existir en una luna helada como Europa. Pero los recientes descubrimientos de bacterias asombrosamente adaptables en algunos de los ambientes más duros de la Tierra han conducido a la especulación de que es posible.
"Europa tiene el potencial para algo muy similar a los sistemas hidrotermales que tenemos aquí en nuestros océanos", dijo Susan Childers, directora del equipo de investigación de geo-microbiología en la Universidad de Idaho, y que investiga la vida en ambientes extremos. "Organismos muy antiguos que prosperan en metales oxidados podrían potencialmente ser centrados en uno de estos oasis formados por calor y metales que se filtran de las grietas en el fondo marino".
La búsqueda de vida extraterrestre ha guiado las decisiones de la NASA en la planificación de misiones durante mucho tiempo. Actualmente, la NASA está en el proceso de escoger su próxima misión insignia: los programas más ambiciosos y a largo plazo que a menudo proveen la mayor parte de los datos. Las decisiones incluyen enviar un satélite para explorar Titán, la luna de Saturno, Europa o todo el sistema de Júpiter, y eso significa que hay dos de tres posibilidades de que la siguiente misión importante incluya a Europa. Por eso la investigación que detalle dónde mirar -o incluso descender con una sonda- es más importante.
Pero incluso si una mayor exploración de Europa no fuera una posibilidad, Kattenhorn todavía estaría ansioso por estudiar esa fascinante luna.
"No caminamos sobre la Tierra con los ojos cerrados. Queremos saber qué está ocurriendo; por qué ocurren las cosas", dijo Kattenhorn. "Es como Galileo que miraba a través de su telescopio tantos siglos atrás y que decía, ¡Vaya! ¿Qué hay allí afuera? Es ese mismo espíritu de exploración y tengo una buena cantidad de eso".
Fuente: Astrobiology. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
Vía: Axxón
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