Aunque nuestros telescopios probablemente serán lo bastante buenos para detectar signos de vida en exoplanetas en los próximos 100 años, podría llevar muchos siglos tener una buena visión de los alienígenas.
“Desafortunadamente, tal vez estamos tan lejos de ver alienígenas con nuestros propios ojos, de lo que Epicuro estaba de ver otros mundos cuando, hace 23 siglos, predijo la existencia de estos planetas”, dice el astrobiólogo Jean Schneider en el Observatorio de París en Meudon.
Él y sus colegas han debatido sobre las dificultades de estudiar vida alienígena lejana en la revista Astrobiology.
Schneider y sus colegas dicen que en los próximos 15 a 25 años, probablemente habrá dos generaciones de misiones espaciales capaces de analizar exoplanetas en mayor detalle. La primera generación tendrá coronógrafos de 1,5 a 2,5 metros de diámetro para bloquear la luz directa de una estrella y ayudar en la búsqueda de planetas gigantes y súper-Tierras cercanas.
La segunda generación tendrá interferómetros, coronógrafos y otros equipos para analizar mejor la luz reflejada desde estos exoplanetas. Estas misiones podrían revelar qué aspecto tendrían los planetas, y qué podría haber en sus atmósferas y superficies. Al mismo tiempo, habrá cámaras coronográficas sobre telescopios terrestres extremadamente grandes.
Tras estos proyectos, futuras misiones podrían buscar más planetas potencialmente habitables observando estrellas a más de 50 pársecs o a lunas rocosas de los planetas gigantes vistos en las zonas habitables de las estrellas cercanas.
Las misiones de seguimiento también podrían investigar en profundidad cualquier exoplaneta que muestre signos potenciales de vida. Tales misiones requerirán unos conjuntos mucho mayores en el espacio – por ejemplo, tomar una imagen de 100 píxeles de un planeta del doble del diámetro de la Tierra a 16,3 años luz de distancia requeriría que los elementos que forman el conjunto del telescopio estuviesen separados más de 70 kilómetros.
Tales imágenes de exoplanetas podrían obtener detalles tales como nubes, anillos, océanos, contienentes y, tal vez, pistas de bosques o sabanas. La monitorización a largo plazo podría revelar cambios estacionales, eventos volcánicos y cambios en la capa de nubes.
Incluso se podría detectar la presencia de lunas mediante las sombras que proyectan en los planetas. Instrumentos más sensibles podrían buscar en las longitudes de onda infrarrojas asociadas con el dióxido de carbono, lo cual diría mucho de la atmósfera.
Más allá de los signos convencionales de la vida tal y como la conocemos, como oxígeno en las atmósferas, puede haber otro tipo se señales en forma de “tecnofirmas”, características que no pueden explciarse mediante química orgánica compleja. Las tecnofirmas podrían incluir luz láser, gases clorofluorocarbonados, o incluso construcciones artificales.
“Buscar alienígenas es filosóficamente importante – nos diría qué es esencial en la condición humana”, dice Schneider.
No obstante, si los científicos detectan realmente signos de vida, se necesitarán frustrantes siglos antes de que la humanidad pueda realmente tener la esperanza de ver qué aspecto real tendrían estos alienígenas, explican Schneider y sus colegas.
“Es muy decepcionante”, comenta Schneider.
Para empezar a tomar imágenes de organismos gigantes de 10 metros de largo y ancho en el supuesto exoplaneta más cercano, Alpha Centauri AB b, a unos 4,37 años luz, los elementos que formen el telescopio tendrían que cubrir una distancia de aproximadamente 650 000 kilómetros, o casi el radio del Sol.
El área requerida para recolectar siquiera un fotón al año de la luz reflejada de tal planeta, es de unos 95 kilómetros. Para determinar si la forma de vida se mueve a una velocidad de medio metro por minuto – y que ese movimiento que ves no se deba a errores en la observación – el área requerida para recolectar los fotones necesarios sería de unos 3 millones de kilómetros de anchura.
La única alternativa sería enviar una nave al planeta, pero tal viaje sería largo y peligroso. A velocidades del 30 por ciento de la luz, un grano interestelar de 100 micras de grosor, aproximadamente la anchura de un cabello humano, guarda la misma energía cinética que un cuerpo de 100 toneladas a 100 kilómetros por hora.
Ninguna tecnología actualmente disponible podría proteger contra una amenaza así sin ser una nave con una masa de cientos de tonedas, la cual, a su vez, sería extremadamente difícil de acelerar a altas velocidades. En lugar de eso se podría viajar más lenta, pero más seguramente, pero incluso a un 1 por ciento de la velocidad de la luz se necesitarían milenios para que la nave alcanzara su destino.
No importa la aproximación que tomes, parece que necesitarás siglos para lograr un contacto visual directo con alienígenas cercanos, al menos en el marco de trabajo de la ciencia y la tecnología que tenemos ahora. No es razonable anticipar lo que podría ofrecernos la física dentro de un milenio, dicen los investigadores.
“Espero que haya una impredecible revolución en los conceptos físicos”, señala Schneider.
No todo el mundo encuentra estas perspectivas descorazonadoras.
“Siempre hemos estado planeando la detcción indirecta de vida, buscando señales atmosféricas de vida, más probablemente de la variedad unicelular”, dice el astrobiólogo Alan Boss de la Institución Carnegie de Washington, que no tomó parte en este estudio.
“Esto es lo que hemos estado desenado, y aún queda un largo camino hasta ser capaces de lograr incluso el objetivo más modesto. Estaremos encantado cuando seamos capaces de lograr este objetivo – ¡es una carrera contra nuestos colegas planetarios a ver si podemos encontrar pruebas de vida en Marte antes de que ellos la encuentren fuera del Sistema Solar!”
Desde luego, siempre hay una posibilidad de que logremos estudiar de cerca a los alienígenas si ellos empiezan a buscarnos, y hacen el camino en dirección contraria. De acuerdo con Boss, no obstante, es un evento improbable.
“No tenemos que preocuparnos por alienígenas que vengan a esclavizarnos — el viaje interestelar para criaturas vivas es ciencia ficción, no una realidad científica”, señala. “Nadie tiene que preocuparse de que suene por la noche las sirenas de alarma interestelar”.
Autor: Charles Q. Choi
Fecha Original: 29 de abril de 2010
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Vía: Ciencia Kanija
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