Por lo que podemos decir, el universo tiene 93.000 millones de años luz de extensión y alrededor de 14.000 millones de años de edad.
Esto es un problema para los cosmólogos. 14.000 millones de años, la luz puede viajar… errr… 14.000 millones de años luz. Entonces, ¿cómo es que el universo se hizo tan grande tan rápidamente?
La mejor explicación es un proceso misterioso llamado inflación. La idea general es que poco después de que nació, el universo aumentó rápidamente su tamaño en muchos órdenes de magnitud en un instante.
A los cosmólogos les gusta reflexionar sobre la forma en que se disparó la inflación. Nadie tiene, realmente, un respuesta sencilla, aunque no falta la especulación.
Un problema menos conocido es qué podría haber detenido la inflación. ¿Por qué el cosmos no continúa expandiéndose a un ritmo exponencial?
Esta es un de las respuestas más curiosas: que el universo sigue expandiéndose y que nosotros estamos en una pequeña región de estabilidad, una burbuja cósmica dentro de una vorágine poderosa.
Por supuesto, nuestra burbuja cósmica sería sólo una entre muchas otras.
Pero, ¿cómo podemos ver esas otras burbujas, dado que deben estar más allá del borde del universo visible?
Hoy, Antonio Aguirre de la Universidad de California, Santa Cruz, y su compañero Matthew Johnson en Caltech, revisan esta situación y dan una respuesta.
Ellos dicen que la única manera de que podamos ver evidencias de otra burbuja cósmica es si ésta hubiese chocado con nuestro universo en un pasado lejano.
Idea interesante, pero no carente de problemas. El problema principal es que en la mayoría de los casos una colisión destruiría el espaciotiempo en ambas burbujas, asegurando que no podamos estar aquí para observar las consecuencias.
Sin embargo, Aguirre y Johnson identificaron una clase de colisiones cósmicas que mantienen las tres dimensiones del espacio y una de tiempo que necesitamos para existir. Más que colisiones cósmicas, son más bien roces.
Entonces, ¿qué quedaría después de un roce cósmico? Aguirre y Johnson dicen que la evidencia de una curvatura negativa en el universo sería compatible con la idea de que existimos en una burbuja cósmica, y quedaría descartada una curvatura positiva.
Más allá de eso, un roce cósmico habría dejado huellas en forma de distintas características simétricas en el fondo de microondas. Esto es algo que podemos ver en los datos que nos aportan los telescopios como el Planck.
Todo esto es muy tentador. Pero el problema es que nada de esto aportaría una evidencia definitiva e inequívoca de una colisión, y esto significa que probablemente nunca lo sabremos con certeza.
Sin embargo, no es fácil disuadir a los cosmólogos en este es el tipo de especulaciones que ellos adoran.
Aguirre y Johnson concluyen con esta declaración: “Con un poco de suerte, el descubrimiento de “otros universos “, un concepto que parece de ciencia ficción, ¡puede estar a la vuelta de la esquina!”
Si crees algo así, tienes una fructífera carrera por delante en cosmología
Referencia de publicación arxiv.org/abs/0908.4105 : A Status Report on the Observability of Cosmic Bubble Collisions
Fuente: Technology Review. Aportado por Eduardo J. Carletti
Vía Axxón
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