Se cree que aproximadamente dentró de mil millones de años, la radiación del Sol, que siempre está creciendo, convertirá a la Tierra en un paisaje inhóspito e inhabitable: el dióxido de carbono, alimento de las plantas, desaparecerá, los oceános se evaporarán y toda forma de vida dejará de existir.
Pero nuevos estudios indican que tal vez eso no pase tan ‘pronto’. Se podría haber descubierto el modo de doblar la esperanza de vida de la Tierra gracias a fenómenos que ahora nos están trayendo quebraderos de cabeza.
La Tierra mantiene su temperatura en la superficie gracias al efecto invernadero. A pesar de que se ha convertido en un villano en todo lo que concierne al calentamiento global, el efecto invernadero es crucial para la vida en nuestro planeta, ya que actúa como una manta que absorbe e irradia la radiación térmica, manteniendo la superficie del planeta en una temperatura bastante agradable.
Mientras el Sol ha madurado desde hace cuatro mil millones y medio de años, también se ha ido haciendo más brillante y caliente, incrementando la cantidad de radiación solar que recibe la Tierra. Nuestro planeta ha luchado contra eso, reduciendo la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, y con ello, el efecto de calentamiento, a pesar de que algunos sugieren que la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado, su presión a disminuido considerablemente en los últimos tres mil millones de años. Lo que ha aumentado el ser humano es algo despreciable frente a lo que se ha disminuido a lo largo de la historia).
El problema es que, según los científicos, estamos en un punto en el que empieza a haber poco dióxido de carbono para regular las temperaturas como se hacía antes.
La solución pasa por reducir substancialmente la presión total de la atmósfera, quitando grandes cantidades de nitrógeno molecular, que ocupa el 78% de la atmósfera. Esto regularía la temperatura de la superficie y permitiría al dióxido de carbono permanecer en la atmósfera, añadiéndole, teóricamente, 1,3 mil millones de años más de vida a la Tierra.
Básicamente, supongamos que el dióxido de carbono forma una manta con agujeros, por donde se cuela el calor. Esos agujeros se controlan por la presión del gas, y si estos agujeros se hacen más pequeños, el calor se escapa menos. Con menos presión, los agujeros aumentan y el calor se escapa, ayudando al planeta a quitarse ese calor extra proveniente del Sol.
Sorprendentemente, no necesita ninguna influencia externa para funcionar, ya que quitar el nitrógeno del aire se incorpora a las células de los organismos cuando crecen, y se entierran con ellos cuando mueren. De hecho, la reducción de nitrógeno es algo que ya podría estar sucediendo, lo que podría decir que la presión atmosférica es ahora menor que nunca en la historia del planeta.
Si esto sucediera, también le pasaría a cualquier exoplaneta con atmósfera y biosfera. Es imposible estudiar este efecto en la Tierra, ya que lleva millones de años, pero sí se puede estudiar en exoplanetas. Además, que aumente la esperanza de vida de la Tierra hasta doblarla aumenta las posibilidades de poder encontrar vida fuera de nuestro planeta.
Fuente | ScienceDaily
Vía EspacioCiencia
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