Las lunas de los exoplanetas gigantes comienzan a interesar a los científicos que buscan vida más allá de nuestro sistema solar.
¿Recuerdan a la mítica “luna de Endor”? Pues la imaginación hollywoodense podría haberse trasladado, finalmente, a la curiosidad científica.
Primero fueron los exoplanetas gigantes, detectados por diversos métodos indirectos. Después, hace poco, ya comenzamos las observaciones directas, con fotografías y estudios de sus atmósferas.
Representación artística de un exoplaneta gigante con una luna habitable.
© Andy McLatchie
Ahora, parece haber llegado el momento de buscar grandes satélites en esos lejanos planetas, satélites que incluso podrían ser similares a nuestro planeta y hasta albergar vida.
Un científico del Universe College London (UCL), cuyo trabajo es financiado por el Consejo de Instalaciones Científicas y Tecnológicas (STFC = Science and Technology Facilities Council) del Reino Unido, ha calculado que esos exosatélites pueden ser descubiertos por el bamboleo de sus planetas primarios. Estos datos no solamente confirmarían la existencia del satélite, sino también deducir su masa y la distancia que lo separa del planeta que orbita, lo que a su vez determinaría la posibilidad de que puedan albergar vida.
David Kipping, el científico en cuestión, dijo que “hasta ahora, los astrónomos solamente han examinado los cambios en la posición de un planeta mientras orbita su estrella. Esto ha hecho que sea difícil confirmar la presencia de un satélite, ya que esos cambios pueden ser causados por otros fenómenos, tales como un planeta más pequeño. Al adoptar este nuevo método y estudiar las variaciones de la posición y velocidad del planeta cada vez que pasa por frente a su estrella, obtenemos una información más confiable y generamos la capacidad de detectar una luna que tenga la masa de la Tierra alrededor de un planeta gaseoso tipo Neptuno”.
De los más de 300 exoplanetas descubiertos hasta ahora, casi 30 de ellos se encuentran en la zona habitable de su estrella (su región ”Ricitos de Oro”, como a algunos nos gusta decir), pero todos ellos son gigantes gaseosos que no pueden albergar vida, tal como la conocemos.
Pero si tienen satélites, entonces estos también estarán dentro de la zona habitable del sistema, y si esas lunas son del tipo rocoso terrestre, con un tamaño y una masa similares, entonces ellas sí tendrían el potencial de albergar vida del tipo terrestre.
De la misma forma en que el bamboleo de una estrella causado por la presencia de un exoplaneta gigante nos indica la presencia de éste, la detección de variaciones en la posición y velocidad del planeta mientras recorre su órbita serían causadas por el mismo planeta y su luna mientras giran alrededor de un centro de gravedad común. Si bien los métodos anteriores permitían a los astrónomos encontrar esas lunas, no les permitía determinar su masa o su distancia hasta el planeta.
El profesor Keith Mason, Jefe Ejecutivo del STFC, dijo que “resulta muy emocionante el que ahora podamos recoger tanta información sobre las lunas distantes, al igual que lo hacemos con los planetas lejanos. Si alguno de estos gigantes gaseosos que se encuentran más allá de nuestro sistema solar tienen lunas, como Júpiter y Saturno, hay una posibilidad de que alguna de ellas sea parecida a la Tierra”.
Con la continua aparición de nuevos métodos e instrumentos, el tema de la búsqueda de probabilidades de vida más allá del a Tierra se está haciendo cada vez más y más interesante, y quizás pronto tengamos noticias al respecto.
Fuentes utilizadas:
- Universe Today
- STFC
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