A los astrónomos y otras personas interesadas en tener cielos nocturnos libres del fulgor de las luces artificiales, les gusta contar esta historia: Cuando ocurrió el terremoto de Northridge, en Los Angeles, 1994, la ciudad se quedó sin luz.
Muchas llamadas se recibieron entonces en los centros de emergencia y el Observatorio Griffith de personas que salieron a las calles en las horas previas al amanecer. Y decían ver en el cielo nocturno, con preocupación, lo que describían como "una gigante nube plateada" sobre la conmocionada ciudad.
Crédito:Craig Mayhew y Robert Simmon, NASA GSFC, sobre datos DMSP.
No era nada de qué preocuparse. Se trataba, simplemente, de la Vía Láctea, la vasta galaxia que los seres humanos solían conocer tan bien, hasta que el brillo de las luces eléctricas borró sus trazos de los cielos urbanos.
Es fácil de olvidar, 130 años después que las luces eléctricas brillaron por primera vez en las calles, que el cielo está lleno de estrellas. Pero, en gran medida, gracias a una notable colaboración entre ciencia y negocios, que se inició en Tucson durante la década de 1970, una idea está ganando aceptación: los cielos oscuros pueden ser logrados con nuevos productos y tecnologías. La oscuridad nocturna puede generar verdaderos beneficios y no sólo para los astrónomos, sino también para negocios como las estaciones de servicio y los aparcamientos hasta las pistas de Nascar.
Esto narra Joe Sharkey en el New York Times del 30 de agosto en un artículo titulado "Helping the Stars Take Back the Night".
El periodista continúa diciendo que durante la década de 1950, tiempo en el cual Estados Unidos decidió tomar la iniciativa en la exploración espacial, un conglomerado de observatorios se fundó en la cima del monte Kitt Peak, en el desierto de Sonora. Es que Arizona es una zona cuasi desértica, con sólo dos grandes centros urbanos: Phoenix y Tucson.
Allí comenzó a gestarse un movimiento pro-cielos oscuros que dio lugar a la Asociación Internacional Cielo Oscuro, cuyo principal objetivo es generar conciencia acerca de la polución lumínica y promover el diseño y marketing de luces externas que tengan un mínimo impacto en los cielos nocturnos.
Claro, esto iba en contra de los intereses de una parte de la sociedad: vendedores de autos, ingenieros del sector, oficiales de policía y dueños de puestos de hamburguesas, shoppings y compañías de seguridad.
La percepción comenzó a cambiar con el desarrollo de aparatos con escudos que ponían la luz en el suelo, donde uno realmente quería. Los hombres de negocio y los políticos comenzaron a prestar atención al demostrarse que las brillantes luces crean brillo innecesario que, en algunos casos, hacen más difícil el ver con claridad.
De esto se percataron los policías, ya que los dispositivos de iluminación bien diseñados enfocan exactamente lo que une quiere y proveen un entorno de bajo fulgor que es mejor para la tarea de visualización, sea en autopistas, campos de deporte o estacionamientos.
El grupo de Cielos Oscuros estima que las luces exteriores mal diseñadas desperdician u$s 10 mil millones en energía en un año.
Otras empresas comenzaron a desarrollar dispositivos de iluminación más eficientes para campos de deportes y pistas de carreras que permiten ver mejor al público e iluminan mejor para las transmisiones televisivas, además de generar menos molestia para los vecinos y el entorno de estos centros de entretenimiento al aire libre.
¿Y Qué se hace en Argentina al respecto?
Poco y nada. Pero lo poco puede crecer. Nuestro país tiene dos representantes en el grupo "Concientización de los Cielos Oscuros", que es un proyecto global fundamental de la Unión Internacional de Astronomía que intenta difundir la importancia de los cielos nocturnos como patrimonio cultural de la humanidad, como ya lo contáramos en "Argentina en Dark Skies Awarness".
Contamos con organizaciones que vienen trabajando desde hace tiempo en el tema, como la Asociación Argentina de Luminotecnia, por ejemplo. Pero evidentemente hace falta legislar al respecto.
En el departamento de Malargüe, el 14 de abril de 2005 se sancionó una ordenanza municipal por la cual se regulan los aspectos relativos a las intensidades de luz urbana permitidas, al diseño e instalación de los aparatos y dispositivos de alumbrado y a su régimen estacional y horario de usos. Esta ordenanza se encuadra dentro del compromiso de políticas saludables asumidas por el departamento de Malargüe y de acuerdo con la Declaración Universal de los Derechos de las Generaciones Futuras de la UNESCO: "Las personas de las generaciones futuras tienen derecho a una Tierra indemne y no contaminada, incluyendo el derecho a un cielo puro" (IAU/ICSU/UNESCO, 1992).
En "La Justa", periódico de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se aborda el tema en su número 3 en la nota titulada "Sombras y resplandores". Allí se dice por ejemplo:
Como lo establece una investigación realizada por la experta Mabel Santoro -autora de un proyecto de ley sobre la materia- esta forma de polución implica un despilfarro de energía eléctrica que tiene dos consecuencias negativas: la económica, porque se gasta más de lo necesario cuando la crisis por la que atraviesa el país impone la adopción de medidas de emergencia tendientes a disminuir el consumo, y la ambiental, porque de este modo se están derrochando recursos naturales no renovables y se facilita la emisión de gases. Más aún, la intrusión lumínica incrementa la inseguridad vial a causa del deslumbramiento que sufren los conductores impide el buen descanso de los vecinos e invade la vida privada al penetrar en las viviendas a través de las ventanas. Además, la luz artificial altera la actividad de otros seres vivos como las aves y desequilibra la fotosíntesis y el crecimiento de las plantas produciendo el envejecimiento prematuro de algunas especies.
Evidentemente hay mucho por hacer. Las áreas secas, donde se suelen instalar los observatorios, son las que generan las iniciativas legislativas y de concientización en esta materia. Pero evidentemente, el mayor problema se encuentra en los mayores centros urbanos, donde parece más importante iluminar (y mal) un cartel publicitario que mirar a las estrellas.
Fuentes y links relacionados
- New York Times:Helping the Stars Take Back the Night por JOE SHARKEY
- International Dark-Sky Association
- ¿Puede Contaminar la Luz? Un Inmenso Despilfarro de Energía, por Mabel B. Santoro Licenciada en Geografía
Vía: Noticias del Cosmos
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