"El Cosmos está constituido por todo lo que es, lo que ha sido o lo que será" Carl Sagan

14 septiembre 2008

ACTA celebra su jornada astronómica en Madrid

El 12 de septiembre pasado ACTA, la asociación de Autores Científico Técnicos y Académicos, celebró una jornada centrada en la astronomía, en Madrid.

El recorrido incluyó el Observatorio Astronómico Nacional, la Escuela de Topografía de la Universidad Politécnica y el Planetario de Madrid. El acto fue patrocinado por CEDRO , el Centro Español de Derechos Reprográficos.

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Los asistentes se dirigen al Planetario de Madrid

El Observatorio Astronómico Nacional

El punto de encuentro fue la Puerta del Ángel Caído, en el madrileño parque de El Retiro, por la que se accede a las instalaciones del Observatorio Astronómico Nacional. Aunque en el recito del observatorio hay varias cúpulas destindas a albergar telescopios en su interior, esta sede se dedica ahora a tareas de investigación y administrativas, haciendo muchos años que se abandonó la actividad de observación debido a uno de los males medioambientales que padece la ciudad: la contaminación lumínica. Estas labores las comparte con el nuevo edificio del OAN en el campus de la Universidad de Alcalá.

Los telescopios más importantes del Observatorio Astronómico Nacional están ahora en Yebes (Guadalajara) y en Calar Alto (Almería), aunque en el complejo de Yebes tampoco se puede observar en el óptico a causa de la contaminación lumínica, que se hace insoportable también en el cercano valle del río Henares. El telescopio de Calar Alto tiene un diámetro de 152 cm. Desde su cúpula se empiezan a vislumbrar las luces de Granada. ¿Cuánto queda para que se dejen de ver las estrellas en toda España? ¿Cuándo se van a dar cuenta las autoridades de que están alumbrando las nubes con nuestro dinero? Es más grave de lo que puede parecer, puesto para la producción de la electricidad que se emplea en el alumbrado público es necesario enviar toneladas de CO2 a la atmósfera.

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El astrónomo M. Tafaya ante la fachada sur del edificio de Villanueva.
Véase a la derecha del edificio la ranura para las observaciones
del telescopio meridiano.
 

El mejor instrumento del OAN será, en cuanto termine de construirse, la antena de 40 metros de Yebes, con el que se realizarán observaciones de interferometría de muy larga base (VLBI) en coordinación con otros grandes radiotelescopios europeos. Actualmente los astrónomos suelen observar  los cuerpos celestes remotamente, quedando las instalaciones de las ciudades como meras oficinas llenas de despachos.

El Observatorio Astronómico Nacional  (OAN) se fundó bajo el reinado de Carlos III, en plena Ilustración, por lo que su edificio principal es de estilo neoclásico, una obra del arquitecto Juan de Villanueva que hoy en día es visitada habitualmente por estudiantes de arquitectura. Eso sí, "más que un observatorio, es un templo al saber", como dijo el astrónomo M. Tafaya, introduciendo la visita a los asistentes, puesto que su funcionalildad como observatorio es muy baja. De hecho las observaciones se hacían tradicionalmente en el jardín. El edificio, que se comenzó a construir en 1790, no se terminó hasta 1846. Una de las primeras labores del observatorio fue la determinación de las coordenadas geográficas de las capitales de provincia.

En el interior del edicifio de Villanueva se expone una impresionante colección de instrumentos astronómicos, geodésicos y topográficos antiguos, en perfecto estado, afortunadamente. Hay importantes instituciones públicas que conservan instrumentos científicos que pertenecen al patrimonio histórico nacional y a menudo someten al instrumental a arriesgadas restauraciones que incluso llegan a ser destructivas, siendo el caso más común el del pulimentado de las partes metálicas de las piezas. Esto no ocurre con la colección expuesta en el OAN.

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Cronómetro de marina Dent (1850), izquierda y refractor acromático Dollond (1785)

El instrumento más llamativo de la sala principal del edificio Villanueva es el péndulo de Foucault, que consta de un gran peso, que mientras cuelga pendido de un largo cable, plendulea, sirviendo así para estudiar el movimiento de rotación terrestre. Lo rodea un gran número de vitrinas en las que se exponen numerosos instrumentos científicos: telescopios, cronómetros de marina, un círculo completo, niveles de precición, círculos verticales, una máquina electrostática, un hipsómetro, etc. En los cientos de volúmenes de la biblioteca del observatorio, en sala aparte, se cuenta la historia de la astronomía de los últimos 150 años. En ella se exponen piezas de distinta naturaleza, como esferas armilares, un globo lunar que representa sólo la cara conocida de nuestro satélite, mucho antes de que comenzara la era espacial y un gravímetro.

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El péndulo de Foucault, que demuestra la rotación de la Tierra y una de las

esferas armilares de la biblioteca, en la que se observan el ecuador celeste

y la eclíptica con el zodiaco.

El principal motivo por el que se llevaron a cabo los estudios y mediciones astronómicas en la época de la fundación del observatorio, y mucho tiempo después, fue la determinación de la longitud geográfica, como ayuda absolutamente imprescindible para la navegación. Por ello el OAN cuenta, desde 1854, con un meridiano Repsold, hoy lógicamente en desuso, pero que se encuentra expuesto exactamente en el mismo sitio en el que se instaló hace siglo y medio. El principio de su funcionamiento es muy simple: se trata de medir el instante exacto en el que un astro alcanza el meridiano celeste en el observatorio; sabiendo la hora del observatorio y el tiempo de culminación de ese astro en nuestra lejana ubicación obtenemos la longitud geográfica. Por ello no sorprende que haya tantos relojes expuestos junto al telescopio meridiano del OAN.

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El meridiano de Repsold, instalado en 1854, mirando hacia el sur.
Obsérvese la ranura del techo y la pared.

El reflector de William Herschel

Uno de los platos fuertes de la visita fue la reconstrucción del telescopio reflector de 63 cm, construído por el músico y astrónomo alemán William Herschel. El original fue destruido por los invasores franceses y sólo se conserva de él uno de los dos espejos de los que fue dotado en su momento. Dado que el observatorio se encuentra en una colina (entonces a las afueras de Madrid), el lugar fue aprovechado por las tropas de Napoleón como cuartel, que combatieron el frío de la meseta castellana quemando la madera del instrumento.

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Reconstrucción a escala 1:1 del reflector de 63cm de Herschel,

tal como se puede contemplar ahora en el OAN en Madrid. La estructura

de la montura del telescopio tiene 12 metros de diámetro.

Los trabajos de reconstrucción se pueden calificar de admirables. Hubieron de hacerse mediante la ayuda de un astillero español especializado en buques de época. Se empleó para ello madera de roble inglés. Es cierto que la estructura de un barco, puesto que el original fue realizado por la marina británica. A la destrucción del fuego sobrevivieron, además de uno de los dos espejos de bronce pulido (la dotación constaba, en efecto, de dos espejos), los dibujos originales de Mendoza (que no planos). Actualmente falta por reconstruir una parte del instrumental del telescopio, labor que lleva años realizando José Luís Valbuena, topógrafo experto en instrumental antiguo. Mendoza no era mecánico, por lo que sus dibujos eran más descriptivos que otra cosa, y por graves inconsistencias en los mismos, se han tenido que atravesar graves dificultades para reconstruir todas las piezas.

La montura, de tipo altacimutal, no estaba preparada para hacer el seguimiento de los astros en su movimiento natural. En la época en la que se construyó aún no existía la espectrometría, que sí que precisa de monturas que efectúen el seguimiento para realizar tomas de larga exposición.

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José Luis Valbuena explicando a la concurrencia. A la derecha, el espejo del reflector de 63cm.

De los seis telescopios de este tipo y dimensiones que construyó William Herschel, sólo existe una reconstrucción de este nivel, y es la que se puede contemplar en Madrid.

En la Escuela de Topografía y en el Planetario de Madrid

La jornada astronómica continuó en la Escuela de Topografía en el campus de Vallecas de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Allí el topógrafo José Luis Valbuena impartió una interesante conferencia de tema astronómico, titulada "Medición del Universo, desde Stonehenge hasta los quásares". En ella explicó cómo la astronomía nos sirvió en el pasado para descubrir que la Tierra no era plana y medirla y para situarla en su lugar correcto en el Sistema Solar. Después contó cómo poco a poco los astrónomos van midiendo el Universo, desde nuestra galaxia Vía Láctea hasta el límite donde este es observable, esto es, hasta el límite desde el que podemos recibir información del mismo, que viene impuesto por la velocidad de la luz.

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El magnífico proyector Zeiss del Planetario de Madrid. A la derecha,
Martín Asín durante su intervención.

Después de comer, con postre astronómico incluído, la jornada finalizó en el Planetario de Madrid, donde tras una breve introducción en vivo al cielo actual, mediante la hiperrealista proyección que proporciona el proyector de planetario Zeiss, el astrónomo Fernando Martín Asín dió, en una introducción a la astronomía, un repaso al Sistema Solar, empezando por la Luna y deteniéndose después en las diversas maravillas que se pueden contemplar en el cielo de verano. Martín Asín se muestra especialmente emocionado cuando habla acerca de la estrella doble Albireo, por la que dice que merece la pena vivir para haberla observado.

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El postre: tarta de estrella.

Vía: El Segundo Luz

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