Una extendida y popular impresión de SETI es que es una empresa a nivel mundial. Bueno, no lo es, y hay algo modestamente desconcertante en eso.
La idea de la comunicación entre mundo tiene al menos 150 años. Los científicos victorianos Karl Friedrich Gauss y Joseph von Littrow se considera que idearon esquemas para establecer comunicaciones con los hombres de la Luna o marcianos haciendo señales de luz. Gauss era alemán y von Littrow austriaco. Pero en un siglo, las importantes ideas de entrar en contacto con alienígenas llegaron desde el lado occidental del atlántico. Las ideas básicas de SETI de radio se incubaron y llevaron a cabo en América.
Durante las tres décadas después del primer experimento SETI moderno de Frank Drake en 1960, los esfuerzos estadounidenses tuvieron un potente y fértil homólogo en la Unión Soviética. El trabajo del SETI Soviético fue a menudo brillante, ocasionalmente descabellado, y seguido por investigadores que eran activos y entusiastas.
Todo eso terminó con el colapso de la Unión Soviética. Y durante las dos últimas décadas, la gran mayoría de los esfuerzos de SETI han tenido lugar en los Estados Unidos. Sí, se han realizado encomiables experimentos en Australia, Argentina, India, e Italia. Pero sólo los italianos siguen hoy activos.
Entonces, ¿cuál es el tema? ¿Por qué SETI es un juego casi exclusivamente estadounidense?
La extrañeza de esto me llegó hace unos pocos años cuando tuve un coloquio sobre investigación SETI en la Universidad Holandesa en Groningen donde estuve trabajando un tiempo. La sala estaba llena — más que llena de hecho, con estudiantes y profesores apoyados en los muros. Mi primera pregunta fue, “¿Cuántos de vosotros pensáis que es probable que haya extraterrestres inteligente ahí fuera en la galaxia?” Virtualmente se levantaron todas las manos.
Seguí, “¿y cuántos de vosotros estaríais dispuestos a gastar un florín al año para buscarlos?” (Ese es el coste de una taza de subvencionado café universitario. Una taza por año.) Las manos se bajaron.
Quedé impactado. Cuando, tras mi charla, pregunté a un miembro del profesorado por qué los holandeses eran tan reticentes a montar un programa SETI, su pregunta fue, “Somos demasiado formales para eso”. No comprendí ese comentario, especialmente dada la opinión concordante sobre que podría haber algo que buscar.
Seamos claros: no es porque nos holandeses no tengan los radiotelescopios o las habilidades técnicas. Los tienen. No se debe a que no tengan el dinero. Lo tienen.
Y también los británicos, franceses, canadienses, japoneses y muchos otros.
Por tanto, como Gertrude Stein preguntó, “¿Cuál es la respuesta?” ¿Qué es eso tan particular de los estadounidenses que les lleva a ser los únicos que quieren gastar una (muy pequeña) cantidad de dinero y un poco de tiempo en intentar contestar una cuestión verdaderamente importante sobre la vida, el universo, y todo?
Mi primer pensamiento simplista fue que se debía al legado de la historia de frontera estadounidense. La innovación y las apuestas ocasionales a largo plazo fueron necesarias y a veces esenciales en un entorno sin colonizar. Por lo que tal vez SETI se asentó más confortablemente en los hombros estadounidenses que en otros.
Hay, al menos, algo de apoyo a esta inexperta especulación. El Profesor Geert Hofstede (quien, casualmente, recibió su doctorado en Groningen) ha investigado las diferencias culturales globales, y entre sus temas de investigación hay algo que llama “elusión de la incertidumbre”. Este es un índico de la tolerancia de la sociedad a la ambigüedad y la incertidumbre, y su voluntad de buscar nuevas verdades.
Mirando los datos de Hofstede, se encuentra que, cuando se llega a elusión de incertidumbre, los estadounidenses tienen un 15 por ciento menos que los holandeses. En otras palabras, verdaderamente parecen más predispuestos a embarcarse en proyectos ambiguos. En realidad, los holandeses están más cerca de los estadounidenses en este tema que muchos de sus vecinos europeos. Los griegos, franceses, italianos y alemanes están incluso más inclinados a evitar la incertidumbre que los residentes en Holanda. (Sólo los británicos son sustancialmente mejores: De hecho, su puntuación es incluso menor que la de los estadounidenses).
Podría esta gran reticencia a tomar riesgos desempeñar un papel en el hecho de que los presupuestos de la NASA sean tres veces mayores que los de la Agencia Espacial Europea, a pesar de las poblaciones comparables de Estados Unidos y Europa? ¿ayuda a explicar por qué la inversión de capital de riesgo en lo antiguo es aproximadamente el doble que en el nuevo?
Sin duda los científicos sociales llegarán a una respuesta. Mientras tanto, apunto que tanto India como China tienen valores menores que los Estados Unidos en el índice de Hofstede. Tal vez se unirán a la búsqueda. SETI, después de todo, es una de las más provocadoras y apasionantes exploraciones de todos los tiempos. Podríamos tener alguna compañía para explorar la frontera final.
Autor: Seth Shostak
Fecha Original: 8 de mayo de 2008
Enlace OriginalFuente: Ciencia Kanija
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