Han pasado 35 años desde que los humanos caminaron por última vez sobre la Luna, pero ha habido recientemente mucho debate acerca del retorno, ya sea para exploración o como una etapa de la misión a Marte. Sin embargo, existe preocupación acerca de los peligros potenciales de la radiación para los astronautas durante las largas misiones en la superficie lunar.
Una parte significativa del peligro proviene de las tormentas solares, que pueden disparar partículas desde el Sol a la Tierra casi a la velocidad de la luz y pueden calentar el oxígeno de la ionosfera de la Tierra y enviarlo en un peligroso chorro hacia la Luna.
La Tierra está en su mayor parte protegida por su campo magnético, o magnetosfera, pero una nueva investigación de la Universidad de Washington demuestra que algunas partes de la Luna también están protegidas por la magnetosfera durante siete días durante la órbita de 28 de la Luna alrededor de la Tierra.
“Encontramos que hay áreas de la Luna que estaría completamente protegidas por la magnetosfera y otras áreas que no están protegidas en absoluto”, dijo Erika Harnett, profesora de investigación asistente en la UW de Ciencias del Espacio y de la Tierra.
Las partículas energéticas solares, que se generan durante las tormentas solares, portan suficiente energía para interrumpir las comunicaciones en la Tierra o incluso acabar con satélites en la órbita de la Tierra. Durante esas mismas tormentas, las partículas de la ionosfera de la Tierra, principalmente oxígeno, también pueden energizarse significativamente. Aunque no son tan potentes como las partículas energéticas solares, suponen una significativa amenaza para los astronautas que trabajen en la luna, o incluso para los que estén camino a Marte.
Usando ordenadores para modelar las propiedades de la magnetosfera, Harnett encontró que aunque las tormentas solares pueden incrementar el peligro de que partículas e la ionosfera golpeen la Luna, también disparan las condiciones en la magnetosfera que pueden rechazar muchas partículas solares dañinas.
Las partículas con energía lo bastante alta pueden pasar directamente a través del cuerpo humano sin mucho daño, dijo Harnett, pero las partículas empaquetadas de forma menos activa, aunque un humano no pueda sentirlas, pueden alojarse en una persona. Habitualmente no es sólo una partícula, sino muchas, y la radiación que les acompaña puede dañar las células, dijo.
Parte de la investigación está detallada en un póster que se presenta en la reunión anual de la Unión Geofísica Americana en San Francisco, aunque otros aspectos se encuentran en un artículo publicado el mes pasado en la edición online de Geophysical Research Letters. Robert Winglee, profesor de Ciencias del Espacio y la Tierra en la UW, es el coautor del trabajo, que ha sido patrocinado por la Fundación Nacional de Ciencia y la NASA.
En las misiones más largas del Programa Apolo de la NASA, los astronautas pasaron apenas unos pocos días en la Luna. La última misión, Apolo 17, se lanzó el 7 de diciembre de 1972, aterrizó en la Luna el 11 de diciembre y llegó a la Tierra el 19 de diciembre.
“Durante Apolo, la gente no estuvo en la Luna durante mucho tiempo, por eso no había preocupación sobre los daños de la radiación en los humanos como lo hay ahora con misiones más largas”, dijo Harnett.
Hoy hay mucha mayor comprensión del peligro que suponen las partículas energéticas solares, particularmente debido a los efectos negativos que tienen sobre los satélites de comunicación durante los periodos de intensa actividad de llamaradas solares.
“El problema es que no podemos predecir cuando va a tener lugar esta actividad por lo que no podemos advertir a los astronautas de que se ponga a cubierto, por lo que podrían ser vulnerables cuando la Luna esté fuera de la magnetosfera”, dijo Harnett. “Las partículas viajan cerca de la velocidad de la luz, por lo que cuando las vemos generadas en la superficie del Sol llegan en poco0s minutos y hay poco tiempo de reacción”.
La nueva investigación podría ayudar a determinar cuando es seguro para los astronautas trabajar lejos de una base lunar, comentó. Pero también añadió que los modelos usados en el trabajo sugieren que el oxígeno energético de la ionosfera de la Tierra también supone un peligro, incluso aunque es menos energético que las partículas solares.
“No mataría a alguien de forma instantánea, pero definitivamente podría incrementar la exposición a radiación para un astronauta en la Luna”, declaró Harnett.
Sin embargo, apuntó que el peligro del oxígeno energético podría estar exagerado debido a que los modelos no tienen en cuenta la carga eléctrica positiva en el lado diurno de la Luna que probablemente decrementaría significativamente el flujo de oxígeno.
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