Astrofísicos vascos descubren un doble remolino en el polo Sur y un fenómeno como las auroras en un mundo cuya atmósfera ofrece claves para entender la terrestre.
EN ÓRBITA. Recreación informática de la 'Venus Express' en órbita del planeta. / ESA
Venus es el mundo más parecido a la Tierra. Junto con Mercurio y Marte, es uno de los cuatro planetas terrestres -con suelo- del Sistema Solar. Tiene casi el mismo radio, masa, densidad y composición química que el nuestro, pero las diferencias son enormes: las que existen entre un mundo apto para la vida y un infierno en el que se funde el plomo. Intriga a los científicos cómo dos planetas casi gemelos han seguido evoluciones tan divergentes. Venus ha ocultado sus secretos bajo un manto de nubes que se levanta hoy parcialmente en 'Nature'.
Ocho artículos firmados por científicos de once países europeos y Estados Unidos dan a conocer en la revista británica los primeros hallazgos de la 'Venus Express', nave en órbita del planeta desde abril del año pasado. «Estamos ante el estreno científico de la primera misión a Venus en veinticinco años», indican Agustín Sánchez Lavega y Ricardo Hueso, planetólogos de la Universidad del País Vasco (UPV). Los dos investigadores figuran entre los coautores de dos de los trabajos sobre un mundo que sufre un 'efecto invernadero' desbocado, que nunca podrá darse en la Tierra.
Mundo calcinadoLa 'Venus Express' es una nave de la Agencia Espacial Europea (ESA) equipada con siete instrumentos para estudiar la atmósfera y la superfie venusianas. Sólo dos de los aparatos son nuevos: los otros son los de reserva de la 'Mars Express', en el planeta rojo desde diciembre de 2003, y la 'Rosetta', que viaja hacia un cometa. Esa reutilización de instrumental permitió a la ESA diseñar la misión en dos años y ahorrar mucho dinero: ha costado 220 millones de euros, frente a los 300 millones de su gemela 'Mars Express'. La nave despegó de Baikonur, en Kazajstán, en noviembre de 2005 y recorrió 400 millones de kilómetros en 153 días a una velocidad de 29.000 kilómetros por hora (tardaría menos de 12 minutos en viajar de Madrid a Nueva York).
La temperatura superficial alcanza en Venus los 464º C: la sonda rusa 'Venera 7' sobrevivió en 1973 sólo 23 minutos en el suelo antes de derretirse. Eso impide en la actualidad la existencia de agua líquida. «La Tierra está a una distancia privilegiada del Sol, en la que el agua se mantiene líquida, algo esencial para la vida. Cuando miramos hacia dentro del Sistema Solar, vemos un mundo calcinado, Venus; cuando miramos hacia afuera, uno congelado, Marte», apunta Sánchez Lavega. En Venus, el agua se encuentra en forma de vapor o disuelta en las nubes de ácido sulfúrico.
Los primeros resultados de la misión han confirmado lo conocido, incluyendo los enigmas. Venus da una vuelta alrededor de su eje en 243 días y cada 227 alrededor del Sol. «Sin embargo, a entre 60 y 70 kilómetros de altura, la atmósfera da una vuelta alrededor del planeta cada 4 días. A esto lo llamamos 'superrotación'», explica Sánchez Lavega. «Los vientos alcanzan en la región ecuatorial los 360 kilómetros por hora, el doble que en un huracán terrestre», destaca Hueso. Una de las incógnitas es cómo un planeta que rota tan lento puede tener esos vientos. «Es un problema de física básica que todavía no entendemos».
Vórtices y 'auroras'El descubrimiento más importante hasta el momento es el de un doble vórtice, dos remolinos de nubes entrelazados que dan una vuelta alrededor del polo Sur en dos días y medio. Esta estructura puede ayudar a comprender los mecanismos que están detrás del agujero de ozono terrestre. «Es un fenómeno muy interesante de cara a aprender cómo se forman los vórtices atmosféricos -explica Sánchez Lavega-. En la Tierra hay uno sobre cada polo. Y el más intenso es el antártico, que concentra los CFC, las sustancias que destruyen el ozono que nos protege de la radiación ultravioleta. En las altas capas de la atmósfera venusiana, el vórtice es doble; en las bajas, es uno». Una estructura similar ya se había visto en el polo Norte.
La 'Venus Express' ha visto como nunca antes un resplandor infrarrojo -invisible para el ojo humano- que se da cerca del límite entre la atmósfera y el espacio exterior e implica al dióxido de carbono (CO2), gas de 'efecto invernadero' que supone el 95% de la atmósfera de Venus. El equipo del que han formado parte los dos investigadores de la Escuela de Ingenieros de Bilbao ha comprobado que, en el lado diurno, la intensa radiación ultravioleta del Sol descompone ese CO2 en oxígeno y monóxido de carbono, que entonces viajan al lado nocturno. «Allí, esos átomos de oxígeno se recombinan y se forma una molécula que brilla en el infrarrojo. Ese brillo del oxígeno es equiparable al de las auroras terrestres, sólo que se dan en todo el planeta y son visibles en el infrarrojo; no para nosotros», explica Hueso.
La nave europea ha demostrado, además, la realidad de los rayos que los planetólogos creían que se daban en la atmósfera del planeta desde que las 'Pioneer Venus' captaron unos chasquidos de radio en los años 80 del siglo pasado. «Con 'Venus express', las pruebas son definitivas. Hay rayos, son muy frecuentes y, al menos, tan intensos como en la Tierra», dice Hueso. Ahora, los científicos tienen que encontrar una explicación a esas descargas eléctricas en un mundo sin nubes de agua. Un nuevo enigma en el lucero del alba.
Fuente: El Correo
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